El contramaestre, todo un viejo lobo de mar, era el señor Fontán, tan de Vigo como el barco, el "Santa Victoria", perteneciente al tan mentado Buenaventura Marcó del Pont y Borí. Por el señor Fontán y el señor Puime, el sobrecargo, vino Gaspare a enterarse, aquella misma noche, durante la cena, que muchos buques vigueses, como el mismo en que se encontraba, operaban por toda la costa atlántica con patente de corso concedida por el rey, contra potencias enemigas suyas.
Yo no he podido navegar a Puerto Rico y La Habana en el último año, como solía, pero sí que intentamos mantener la relación con Cádiz, Valencia o Barcelona, aunque suponga un cierto peligro. Permanecer en Vigo como base es mucho menos arriesgado que circunvalar la península. A veces, nos basta navegar pocas millas al sur de la boca de la ría para capturar sin resistencia a los mercantes ingleses que van o vienen de Portugal.-
-Aunque, en algunas ocasiones, señor Gaspar -contaba el marino-, la captura no es nada fácil. Este mismo verano tuvimos un tremendo combate contra un carguero inglés de 86 toneladas, que iba artillado con doce cañones, y nosotros sólo teníamos entonces uno.-
-¿Sólo uno?-Se asombró Masetti- ¿Y se atrevieron contra doce?-
-Nos atrevimos porque era una presa muy, muy apetecible. Navegábamos por aguas exteriores de Portugal y nuestro barco se llamaba Fortuna. Éramos veinticinco hombres a bordo y lo vimos aparecer en el horizonte, viniendo de Liverpool a Oporto, grande, elegante, bien cargadito, una belleza.
Nuestro capitán era entonces, y lo sigue siendo, el gran Maruri, todo un león y un gran marino. Maruri vio que nuestra única ventaja era ser más ligeros que ellos, así que nos tuvo una hora ofreciéndole la proa, para reducir el blanco, y enfilado a su popa, cuidando de evitar su línea de cañones.
El inglés hizo toda clase de maniobras para poder achicharrarnos con sus fuegos, pero nosotros conseguimos maniobrar más rápido, torearlo y esquivarlos siempre, como si voláramos, mientras no dejábamos de disparar con nuestra única pieza, cuando lo teníamos a tiro. Sólo para asustarlos, claro, porque no queríamos dañar un barco tan bonito. En su popa estaba escrito Friendship, que significa Amistad, y ya lo sentíamos nuestro.
Finalmente, logramos acercarnos tanto a él como para engancharlo con nuestros garfios, y saltar casi los veinticinco sobre su cubierta, poniendo nuestra peor cara de españoles hijos de puta, terribles con el arma blanca en distancias cortas, tal como ellos ya saben de sobra.
Ante eso, la tripulación británica decidió que, para lo que les pagaban, no merecía la pena dejarse la piel. Y se rindieron, por mucho que su comandante los animase todo el rato a luchar.
Nuestro capitán se dirigió a él en inglés llamándolo caballero, diciéndole que admiraba su valor y preguntándole, por favor, su nombre. Respondió que se llamaba Roberts. Cuando un enemigo da su nombre, es que ya se puede negociar con él.
Maruri le dio su palabra de que no les tocaría un pelo, que les trataría con honor y que les dejaría cerca de la costa portuguesa, para que llegaran hasta ella en sus botes. El capitán Roberts, entonces, arrojó su espada sobre la cubierta. Maruri se la devolvió cuando se despidió de él. Porque todos somos marineros.
Por fin quedó listo para la partida el Santa Victoria, con toda su carga, Masetti, su carro y sus caballos felizmente incluidos. Don Genaro Borí estaba muy satisfecho por su trabajo, le había dado una carta de recomendación para su pariente, el famoso Buenaventura Marcó, y le presentó a uno de sus secretarios, el señor Xosué Quinteiro, un hombre maduro y culto, que viajaría con él hasta Vigo.
El capitán Maruri convocó al atardecer a todo el mundo en cubierta y explicó que se haría una navegación nocturna y en completo silencio para eludir el bloqueo enemigo a los principales puertos españoles. Que, durante el día se fondearía en lugares seguros lejos de la línea peninsular de la costa. Y que el segundo navío, el Gavilán, más ligero y rápido, seguiría a cierta distancia al Santa Victoria, para poder acudir por sorpresa en su ayuda, caso el primero fuese interceptado.
-Naturalmente -dijo el capitán- si somos interceptados tendremos que esforzarnos, primero en maniobrar y esquivar, o, caso de que no sea posible, en luchar y resistir con el buen armamento que tenemos, hasta que el Gavilán, que tiene diez cañones, pueda aparecer, de modo que cojamos a los anglos o a los moros entre dos fuegos.
...Por eso pido a todos los que aún no tengan experiencia en combate ni sean españoles- y miró hacia Masetti y algún otro- que soliciten un arma al sobrecargo, se instruyan sobre ella y se mentalicen que deben esforzarse en colaborar al máximo con nuestra defensa mutua, que incluye la de sus propias vidas y bienes.-
-A mis bravos compañeros y a quienes están acostumbrados a luchar -siguió diciendo Maruri con un esbozo de sonrisa-, no necesito decirles que nunca rendiremos nuestro barco ni el Gavilán, a menos que se nos echen encima y nos hagan cerco más de ocho navíos de guerra británicos al mismo tiempo. Lo que espero que no ocurra, porque también la Armada Española les mantendrá ocupados, pues estarán patrullando desde Barcelona, Valencia, Cartagena, Málaga y Cádiz.
Pero, además -terminó-, que los impacientes tengan clara mi orden de que no podemos arriesgarnos a atacar ni a intentar captura alguna, hasta que lleguemos al norte del litoral portugués y hayamos superado la altura de Oporto. Sólo entonces, camaradas, podremos ir de pesca.-
Por el señor Xosué Quinteiro , su secretario, se enteró de que su riqueza no sólo se debía a las fábricas de salazones, como le había dicho don Genaro Borí. El grueso de su fortuna provenía de la actividad corsaria, que no era nueva en Vigo, pero que Buenaventura y sus socios repotenciaron.
-Ýo he sido enviado a resolver negocios varias veces a Calella y Palamós por mi jefe, el señor Marcó del Pont, que nació en esa costa catalana del Bajo Ampurdán -dijo- y todos sus marineros están acostumbrados, desde la Edad Media, al contrabando o corsarismo contra Francia, que la tienen cerca, o contra los berberiscos y turcos del Norte de Africa, que llevan siglos intentando saquear pueblos cristianos, o llevándose a quienes pillan para la esclavitud o para cobrar rescate, así que los ampurdaneses hacen lo mismo.
-La costa occidental de Galicia tenía, en el más remoto pasado, varios valles largos entre montañas heladas que llegaban al mar. Dicen que el clima cambió en todo el mundo, los hielos del hemisferio norte se derritieron y el nivel general del mar subió, ocupando los valles costeros, que se convirtieron en bahías. Eso es lo que llamamos rías. Cuando lleguemos a Galicia, Gaspar, va usted a ver las Cíes, que son unas islas escarpadas y rocosas que protegen la profunda bahía o ría en la que entraremos al rebasarlas.
Fue a su playa que arribó la carabela Pinta el uno de marzo de 1493, capitaneada por Martín Alonso Pinzón, con el primer indio traído del otro lado del océano, porque la carabela Niña, que llevaba a Colón, se había separado de ella y todavía demoró en llegar a Lisboa.-
-¿A Lisboa?-preguntó Masetti, que enseguida que vio que su interlocutor era una persona instruida decidió tratarle de don.- ¿Por qué a Lisboa, don Xosué? ¿No tendría Colón que haberse dirigido a un puerto español?-
-Tendría, sí, pero me imagino lo que pasó por su cabeza -respondió el señor Quinteiro sonriendo de lado-: Debió encantarle llegar allí de Almirante español de la Mar Océana y refregarle en la cara a Juan II de Portugal el haber descubierto, según creía, una ruta a las Indias por el oeste.
Al rey portugués le había ofrecido su proyecto antes que a Isabel de Castilla, pero aquél prefirió financiar otras rutas larguísimas alrededor de África. "Estuviste dándome largas durante dos años, inclusive mandaste secretamente una carabela a explorar el rumbo por mí indicado, que regresó sin encontrar nada ...Pues ya ves ahora lo que te has perdido. Chúpate esa".-
La verdad es que no se sabía que existiera tal testamento, de manera que decidieron, los primeros los franceses, dedicarse a piratear los productos o metales preciosos que venían de allí en buques hispanos. Y lo hicieron enseguida.
-Muy bien observado. El Imperio Romano, amigo Gaspar, surgió de una banda de asaltantes de caravanas, que después aprendieron a asaltar ciudades. El Imperio Español, de conquistadores que asaltaban imperios de otros conquistadores anteriores, por el procedimiento de osar meterse en la boca del lobo e ir directos a por el jefe. El Imperio Británico, de piratas y corsarios que asaltaban los navíos y los puertos de los conquistadores recientes.-
-...Eso es lo que hay. Así es la Historia de las grandes naciones. -Suspiró el señor Quinteiro.- Hasta el Antiguo Testamento nos enseña que Dios mandó conquistar a Xosué la Tierra Prometida y luego envió a Saúl contra los filisteos, ordenando acabar con lo que no le complacía de cuanto había antes, que era casi todo.-
Claro que la España de Felipe II ya era un imperio muy bien organizado que extendió su civilización con esplendor al otro lado del Océano. Y, por entonces, el rey sólo permitía hacer la Carrera de Indias organizando grandes flotas protegidas por barcos-fortalezas llamados galeones, que se defendían muy bien.
De doscientas flotas o convoyes que navegaron a lo largo de 300 años, sólo se perdieron dos, y no fue por causa de piratas, sino en combate contra grandes armadas, en medio de guerras declaradas.-
Tanto la palabra España, como íberos, o incluso vascos, deben haber sido inventadas, en el remoto pasado, por algún visitante procedente del Mediterráneo, como usted, a quien le resultó impronunciable la palabra con la que se autodesignaron los nativos de la primera tribu que encontró.
Nos hemos mezclado bastante en esta soleada península durante dos o tres mil años, amigo mío -rió.- Aquí vinieron todos los valientes de todos los pueblos, que lucharon por conquistar un lugar donde vivir con sol, agua y naranjas, que es como se vive bien. Eso de mezclarnos bajo el sol o bajo la luna nos gusta mucho a todos y a todas -rió otra vez.- ¿Es usted soltero, Gaspar?.-
-Sí señor.- Respondió él.
-Bueno, verá que no le dura mucho esa condición. En cuanto descubran al galán exótico, le echa el lazo una gallega tan dulce, como firme y exigente... y muy trabajadora; que así son las flores de nuestra tierra.-
-Yo estoy dispuesto a mezclarme, don Xosué, pero hasta ahora no he encontrado una mujer que me quiera igual que a mí me gusta querer.-
-Oh, no busque eso, mi joven. Quien tiene expectativas, sólo cosecha desilusiones. Permita que la Vida le envíe lo inesperado... Eso puede ser mucho mejor que cuanto uno esperaba.-
Masetti estaba asombrado de lo mucho que el señor Quinteiro le recordaba a su abuelo don Sixto. Para no hablar del amor, tema medio espinoso para él, regresó a la Historia, que se veía que era tema que a ambos les interesaba.
-Don Xosué -preguntó Masetti-...¿Cómo sabe usted tanta Historia?-
-Querido amigo -respondió sonriendo-, me encanta leer sobre ella y me encanta contar luego los cuentos de la Historia. A todos los gallegos nos encanta contar historias, realmente, hay quien dice que descendemos de celtas y que, entre ellos, el hombre más respetado y querido de la tribu era el druida-bardo, el contador de historias.-
-¿Los gallegos son celtas, igual que los británicos?-
-No, mejor diga usted que los antiguos británicos eran celtas, igual que algunos de los antiguos gallegos.- Rió don Xosué-. Los celtas, amigo Gaspar, fueron una de las etnias que vino a la Península Ibérica, tal vez desde el Cáucaso, y que se fundió con los habitantes más antiguos de Galicia, la meseta norte y norte de Portugal, que ni se sabe como se llamaban a sí mismos. Una leyenda irlandesa dice que la última invasión que conquistó y pobló su isla vino de Galicia ... aunque luego llegó a Britania mucha gente de muchas otras etnias y pueblos, igual que a nuestra tierra. Todos los hombres somos mestizos, afortunadamente.-
-¿...Y cómo sabe usted que lo que lee y cuenta es verdad?-
-La verdad es que no tengo manera de saberlo, Gaspar. Le ruego que me disculpe. Todo lo que le he contado es lo que me imaginé que podría ser razonable, cotejando muchas versiones diferentes sobre ese tema en libros contradictorios de la biblioteca de don Buenaventura Marcó, de la que actualmente, y cuando estoy en Vigo, soy uno de los bibliotecarios.-
-¿Ah, sí? ¿Es una biblioteca grande?-
-Es enorme, hay miles de volúmenes en varias lenguas, la mitad en inglés, por lo mucho que encuentran los corsarios en los barcos. Entre todo lo que tenemos, muy valiosa cartografía, diarios de a bordo, documentos de todo tipo, proyectos... y manuales navales e industriales, y hasta recetas de cocina o conservas. Tenemos a otros dos bibliotecarios y a dos traductores bien eruditos buscando continuamente informaciones útiles para mi patrón o para la Corona.
Yo me crie junto a la familia Marcó, y esa biblioteca era mi ventana al mundo desde niño. Luego empecé a trabajar en los barcos, pero, cuando regresaba, pasaba gran parte de mis horas en la biblioteca. hasta que don Buenaventura, viendo que yo vivía allí, y que había aprendido inglés por mi cuenta, viajando y en los libros, me nombró uno de los encargados. Mas tarde, al comprobar que lo que leía me aprovechaba, que avisaba de datos útiles que encontraba y que se me podía consultar sobre cualquier cosa, me hizo también uno de sus secretarios.
-¿Tiene varios?-
-Tiene muchos, uno para cada asunto. Mi patrón es un gran empresario con mentalidad de hombre de Estado, ya lo conocerá usted... si él quiere.-
-Ojalá los hombres de Estado fuesen grandes empresarios -comentó Masetti-. La mayoría son tiranos prepotentes y egoístas o politicastros intrigantes y corruptos, más depredadores que constructivos para sus pueblos.-
-Bueno... también hay empresarios prepotentes, intrigantes y abusones, así como empresarios muy constructivos para la comunidad entre la que viven. No se crearía riqueza ni progreso para los no emprendedores sin ellos, ni impuestos para hacer funcionar los servicios públicos que no generan dinero.
Usted desea ser un empresario, según me contó. Si quiere ser de los constructivos para la comunidad, Vigo se lo agradecerá. Mi patrón dice, por su experiencia personal, que quien honra a un lugar, es honrado por él.-
Por consiguiente, los barcos se escondieron aún mejor entre los entrantes de la cala, se prohibieron los fuegos y el campamento en tierra de los tripulantes se situó bien fuera de la vista de cualquier navío que asomase por delante de su boca, atrás de los roquedos calcáreos y de la crecida maleza.
Sin poder hacer otra cosa, el señor Gándara y Masetti siguieron conversando e intercambiando historias durante mucho tiempo, y a veces se les unía el señor Puime, que era el que más ocupaciones tenía.
-¿Por qué una isla como Menorca, en un archipiélago español, está en manos de los ingleses?- Preguntó Gaspare.
-Por su importancia estratégica, Gaspar -respondió él.- Los británicos saben hace mucho tiempo que su fuerza está en controlar el mar y sus rutas del comercio. Para dominar el Mediterráneo, lo primero era conquistar varias plazas fuertes donde situar bases abrigadas para sus flotas y mantenerlas.
En 1707, Gran Bretaña y Escocia se unieron, y sus barcos de guerra formaron conjuntamente la Royal Navy. La superioridad de esta Marina Real en financiamiento, tácticas, capacitación, organización, disciplina, cohesión social, higiene, instalaciones de astilleros, apoyo logístico y, desde mediados del siglo pasado, diseño y construcción de buques de guerra, logró que ninguna otra gran potencia pudiese ya rivalizar con ella.
España y Francia tuvieron que unir sus flotas, para intentarlo. Entonces, los británicos se unieron a los holandeses, que habían sido derrotados por ellos en 1692, y que, cuanto menos, eran protestantes como ellos.
Uno de los grandes sabios españoles de la Ilustración, era Jorge Juan y Santacilia, marino de guerra y discípulo de Blas de Lezo, el héroe de Cartagena de Indias, científico, astrónomo y matemático, medidor del meridiano, calculador preciso de la longitud terrestre, pero, sobre todo, agente secreto del Rey para mejorar su Armada. Jorge Juan pasó mucho tiempo como espía en Londres, intentando conseguir para España los secretos de los avances británicos en tecnología naval o captar los mejores técnicos para sus astilleros.
Durante la Guerra de Sucesión española, de la dinastía de los Austrias a la de los Borbones, desde 1702 hasta 1714, la flota angloholandesa provocó la captura de Cerdeña , las Islas Baleares y varios puertos del continente español, sobre todo Barcelona. Aunque oficialmente era para entregarlos al pretendiente austríaco a la corona, Gran Bretaña se aferró a Gibraltar y Menorca , que fueron retenidos en el acuerdo de paz, proporcionando a la Royal Navy bases mediterráneas.
Después, en una guerra no declarada durante la década de 1720, España intentó sin éxito recuperar Gibraltar y Menorca .
Fracasó un intento de invasión francesa de Inglaterra en 1744 y otro en 1759. Fracasó de nuevo un intento español, en 1782, para recuperar Gibraltar.
La erradicación del escorbuto de la Royal Navy, en la década de 1790, se produjo debido a los esfuerzos de Gilbert Blane, presidente de la Junta de Enfermos y Heridos de la Marina Real, que ordenó que se les diera jugo de limón fresco a los marineros en los barcos. A partir de entonces cargaban limones en Menorca.
Otras armadas, y también nosotros, enseguida adoptamos esta solución exitosa para un mal muy doloroso, que acababa con los marinos.
Masetti dijo que le extrañaba que Francia y España fuesen tan aliadas, si una era absolutista y la otra republicana, y acababan de combatir en la Guerra Gran.
-Había un pacto de Familia antes -explicó don Xosué-, cuando reinaban los primos Borbones en ambas naciones. Tras la guerra, e Directorio hizo lo posible por reconciliarse con España, porque necesitaba la alianza de nuestra Armada contra el enemigo común, los británicos.
Sobre todo la necesita ahora mismo, y desesperadamente, porque ese oficial mensajero nos comunicó que ya se sabe que la flota mediterránea británica, comandada por Horacio Nelson, no pudo interceptar la expedición del famoso general Napoleón para tomar la isla de Malta y luego invadir Egipto, pero que aniquiló a la flota francesa en la Batalla del Nilo, un desastre que dejó al ejército de Bonaparte aislado.
Tal vez todos esos barcos de guerra que han salido de Mahón. Gaspar, no vengan hacia aquí, sino que se dirijan a reconquistar Malta, pero mejor que nos resguardemos, hasta estar seguros.-
-Mejor que sí. -Respondió Masetti.- No soy un buen nadador. Debe ser horrible una batalla en el mar.-
El señor Quinteiro le miró con cierta compasión sin decir nada y Gaspare se arrepintió de inmediato de sus palabras. Ya conocía suficiente a los españoles para saber que despreciaban las expresiones de derrotismo o cobardía, aunque las sintiesen, igual que todo el mundo. Intentó arreglarlo:
-Quiero decir, que si nos atacan, pues nos tendremos que defender, pero si no tenemos que hacerlo, mejor.- Y, para disimular, hizo otra pregunta:
-Entonces, si entendí bien ¿Menorca lleva en poder de los ingleses unos 90 años?-
-No exactamente.-Respondió don Francisco.- La tomaron en 1708 y el Tratado de Utrech, al terminar aquel conflicto, se la concedió a Inglaterra, aunque España nunca renunció a recuperarla. Bien más adelante, en 1756, en el curso de la Guerra de los Siete Años, la flota francesa del almirante Glassionaire derrotó a la del inglés sir John Byng, que no consiguió abrir una brecha para desembarcar sus tropas durante cuatro días de combate; tuvo que retirarse a Gibraltar con sus barcos y tropas muy dañadas, para repararlos y curarlas y, entretanto, las fuerzas de desembarco del duque de Richelieu conquistaron Menorca para Francia.
Entonces, la Royal Navy, que necesitaba un chivo expiatorio, hizo responsable de la derrota al almirante Byng, que había hecho lo que pudo sin llegar a su suicidio heróico y al de sus hombres y, tras un consejo de guerra sumarísimo, fue fusilado a bordo de su navío, ejecución que sigue siendo uno de los casos más polémicos de la Historia de Inglaterra. Desoyendo a todos, el rey Jorge II no concedió su clemencia.
La ejecución fue motivo de una sátira de Voltaire quien, en su novela "Candide", hizo que el protagonista fuera testigo de la ejecución de un oficial. Se le explicó que "en este país, es considerado bueno matar a un almirante de vez en cuando, para así animar a los demás".
Por otra parte, el propio Voltaire envió una carta a Byng, en la que adjuntaba otra misiva del duque de Richelieu, su vencedor en la batalla de Menorca, en la cual el mariscal, amigo de Voltaire, expresaba su admiración por Byng, carta que fue interceptada y hecha pública, pero que se interpretó como traición, y agravó la sentencia del pobre militar.
Por la Paz de París, que puso fin a la Guerra de los Siete Años, la isla fue devuelta a Inglaterra en 1763. Mas, en agosto de 1781, en la renovada guerra de España y Francia, unidas contra Albión, Carlos III, que llevaba dos años asediando Gibraltar, decidió tomar Mahón, que era su arsenal y base de más de 80 depredadores corsarios que estrangulaban el comercio marítimo entre los Borbones de España, Francia y Nápoles.
Una escuadra franco-española, mandada por el duque de Crillon, atacó Menorca, consiguiendo vencer a sus navíos y desembarcando en Cala Mesquida. El general James Murray, escocés, que, sin duda recordaba el trágico final del almirante Byng, ofreció una valerosa resistencia de casi seis meses, realizando varias salidas.
Dos fragatas inglesas consiguieron burlar el bloqueo y acudieron a socorrer a Murray, pero fueron heróicamente asaltadas en 16 lanchas y capturadas a sable por marineros comandados por el alférez de navío Santiago de Liniers, que resultó herido en la acción. Recuerde este nombre, Gaspar, porque es un conocido mío.
Poco daño causaban los bombardeos españoles al fortísimo castillo de San Felipe de Mahón, hasta que el ministro Floridablanca envió al "Santísima Trinidad", que era el mayor navío de guerra de la época, y que demolió parte de sus defensas como lo haría un martillo gigante e incesante. Luego Crillon lanzó las tropas al asalto.
Un asalto es siempre una forma de intentar la victoria a la desesperada. Último recurso de un buen estratega, que tiene que estar atento a no perder a demasiados de sus hombres, ni a que se queden encajonados o bloqueados.
Si el enemigo ha sido muy machacado, un asalto rápido, contundente y sin piedad puede facilitar una penetración de las tropas hasta el centro de los oponentes y lograr su rendición o su destrucción. Crillon vio que no lo lograba y dio orden de retirarse para no perder a más hombres. Luego siguió machacando incesantemente y lanzando breves asaltos con repliegue rápido, sólo para desmoralizar al enemigo o tantear su desgaste.
Murray y sus soldados aguantaron como bravos, pero lo que faltaba en el castillo eran huertos protegidos contra el bombardeo, así que el escorbuto enfermó a la mayoría de sus hombres. Finalmente tuvo claro que se había quedado sin fuerzas, y se decidió amargamente a capitular, con lo que Menorca fue recuperada por España.-
-¿Fusilaron también a Murray los ingleses?- Preguntó Masetti.
-No, esta vez no, afortunadamente. Le reconocieron el valor y el mérito y lo nombraron gobernador de una ciudad portuaria en el noreste de Inglaterra.-
-¿Y Carlos III premió a Crillon, el vencedor?-
-El duque de Crillon, ahora duque de Mahón también y Grande de España, recibió al año siguiente del rey la orden de dar el asalto definitivo a Gibraltar, y así se hizo, perdiéndose tres mil vidas británicas y casi el doble de españolas de junio a septiembre, porque las baterías flotantes que se ingeniaron acabaron siendo incendiadas por balas de cañón calentadas al rojo vivo, y el Peñón, todo horadado de túneles, resistió hasta hoy en manos de los anglos. Hay que intentarlo siempre, pero cuando no se puede no se puede.
El valiente Santiago de Liniers, que había sido ascendido a teniente de navío, aguantó 17 horas bajo el fuego enemigo hasta que hundieron su batería flotante y tuvo que salvarse nadando. Poco después, capturó a un corsario inglés y lo ascendieron a capitán de fragata. Lo sé porque ya es jefe de escuadrilla en la protección del río de la Plata y es amigo del hijo de mi patrón.-
-Debía ser enorme aquel castillo de San Felipe de Menorca, para aguantar siete meses.-
-Sí que lo era. Los españoles habían construido, ya en el siglo XVI, un gran castillo abaluartado, al estilo italiano, defendiendo el acceso al magnífico puerto de Mahón, para protegerlo contra los corsarios turcos de Ker-en-Din Barbarroja, terror del Mediterráneo, que ya había asaltado y saqueado la ciudad antes y, al regresar, a los 20 años, no se atrevió contra el castillo, pero arrasó la capital de Menorca, Ciudadela, y se llevó a toda la población para venderla como esclavos.
Sucesivamente, españoles, ingleses, franceses e ingleses de nuevo fueron ampliando y fortificando San Felipe hasta convertirlo en una de las más poderosas fortalezas de Europa. En la reconquista española fue demolido por los continuos bombardeos, salvo algunos baluartes y galerías, por eso los ingleses pudieron volver a tomarlo últimamente.
El funesto Tratado de San Ildefonso últimamente firmado por Godoy y el Directorio galo, nos volvió a unir contra Inglaterra y entonces, dada la importancia estratégica de la isla de Menorca para los ingleses, el 7 de noviembre de 1798, las fuerzas del general Sir Charles Stuart desembarcaron y en diez días derrotaron a la escasa y desmoralizada guarnición española. Supongo que seguirán reconstruyendo San Felipe hasta hacerlo tan inexpugnable como Gibraltar.
...Pero algún día, Gaspar, si continuamos criando hijos con valores y no dejamos de educarlos en la dignidad de su ser y su linaje, volveremos a rescatar esas dos plazas fuertes donde tantos de los nuestros murieron, tal como nuestros antepasados cristianos rescataron de la invasión musulmana estas Islas Baleares y toda la Península Ibérica, hasta Gibraltar y Granada, aunque demoraran ochocientos años en conseguirlo.-
Masetti le escuchaba con melancolía y cierto pesimismo porque pensaba en su propio país. Él no creía que sus sometidos paisanos italianos fuesen capaces de juntarse algún día, liberar las regiones de su península e islas de tanto invasor extranjero y de tantas oligarquías locales interesadamente divisionistas y vendepatrias, unificarlo sobre el ideal de reencontrarse a sí mismos como un pueblo con amplios vínculos y devolver a sus ciudadanos libres y a sus hijos los valores y la dignidad que le habían sobrado en los remotos tiempos de la República de Roma, madre de grandes naciones.
Los dos días siguientes transcurrieron sin recibir buenas noticias, de manera que tuvieron que seguir confinados y ocultos en Formentera. Los capitanes de los barcos organizaron rondas de centinelas y servicios de mensajeros en los cabos próximos. El señor Puime encabezó una expedición para comprar más víveres y traer mejor agua del poblado interior, San Francisco Javier. Entretanto, el señor y Masetti, mientras ayudaban en lo que podían, no paraban de contarse historias de Italia, de la Revolución Francesa y de las continuas guerras entre España y sus potencias enemigas. Ninguna reunión más gozosa y animada que la de dos cuentacuentos juntos.
-Don Xosué, usted ya me ha contado varias historias de la historia, pero a mi me entristece constatar que están mucho más hechas de sombras que de luces, y me entristece aún más que las sombras peores procedan de instituciones, como los Estados, que quieren mostrarse no sólo respetables, sino hasta ilustres.- Dijo Masetti.
- Cada hombre tiene sus luces y sus sombras. También las tiene nuestra propia historia, la personal ¿...O nó? En cuanto a la de los estados, estado es una palabra fachada, amigo Gaspar, una capa de torero disimuladora... detrás de la fachada y de la capa está el hombre de carne más o menos sana. Estado parece grande y sólido. El grupo de mortales que hay atrás de esa imponente fachada, gobernando, están llenos de división, competencia y debilidades. Los hombres que dirigen los Estados agigantan las luces y las sombras.
Por detrás de la fachada llamada estado, reino, monarquía, aquí lo que tenemos es un país poblado de quijotes esforzándose y de zorrunos sanchos gobernando como si España fuera la ínsula Barataria, con las cuadrillas de nobles innobles o los ricos dominando la farsa política y cultural. Lo mejor que ha habido en nuestra historia fueron héroes abandonados y olvidados.-
Ambos navíos ya navegaban hacia el sur de Formentera en la noche, sin luz alguna, muy atentos a no toparse con los ingleses.
-¿Cómo son las mujeres de su tierra, las gallegas?- preguntó Gaspare a su amigo.
-Son bravísimas, verdaderas amazonas, ya lo va usted a ver, para su bien o para su mal, amigo mío ...mejor no le cuento, para no asustarlo. Cuando comencé a viajar, mi madre me decía, cada vez que que regresaba; "Hijiño, no quiero morir sin verte casado con una gallega, que son las buenas".-
-¡No me diga, sí que me está asustando! -Respondió Gaspare riendo,- ¿Se casó usted con la gallega, don Xosué?-
-No, mi amigo; perdóname, madre -dijo en tono jocoso, mirando al cielo-; alguien me fascinó en una maravillosa playa bordeada de selva en la Nueva Granada.-
-¿Quién le fascinaría a usted?-
-Una sirena de aquellos cálidos mares, con el acento más lindo y tropical que se puede oír.-
-¿Una india?-
-Una blanca descendiente de vascos, mucho más brava que cualquier india, que, cuando la traje a vivir a Vigo y conoció la independencia de las mujeres gallegas, se convirtió en una amazona total.-
-¿Y cómo se vive con una amazona, don Xosué?-
-Con paciencia, mi joven, con paciencia, con humor y aprendiendo a ser muy flexible y cariñoso, e incluso a hacerse el tonto, a la gallega.-
-Ahora sí que me ha asustado usted del todo, señor Quinteiro.-
-No se asuste, no, querido, usted será todo lo diplomático y encantador que puede ser un buen italiano.-
Masetti le miró de tal manera que don Xosué estalló en una sana carcajada.
-No me haga ningún caso, amigo Gaspar -dijo luego, dándole una palmada amistosa en el brazo.- Es coña, es "papo furado", como dicen los portugueses, pura conversa-cuento para reir el rato, niente de niente. Usted es un tipo inteligente y ya sabe que no existen los italianos.-
-¿...Qué no existen? -Preguntó él.
-No, no existen los italianos, ni los españoles, ni los ingleses, ni las mujeres gallegas o indias o neogranadinas. No existen entidades hechas de generalizaciones ni de conceptos colectivos, como España, Italia, Estado o los hombres o las mujeres. Usted sabe de sobra que cada persona es un mundo, y que sólo existen individuos o individuas de agudo ingenio y otros u otras que son más brutos que las piedras sin tallar.-
-Capisco, capisco, le entiendo muy bien, Don Xosué, aunque a veces no soy capaz de distinguir cuando está hablando de coña o en serio.-
-Si lo distinguiese enseguida-respondió él-, este individuo que tiene enfrente y que es su sincero amigo, no sería un buen gallego- rió el señor Quinteiro-. No se preocupe, después de tres meses viviendo en Vigo, aprenderá perfectamente el doble sentido de cualquier frase o palabra y se reirá de todo y de sí mismo... Aquí, entre nosotros, ahora que nadie nos oye: es la forma que hemos desarrollado durante siglos para poder convivir con gente tan directa y fácil de ofender como los castellanos, o con nuestra nobleza castellanizada.-
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