domingo, 11 de julho de 2021

33 - LA REPÚBLICA

-La batalla de Valmy contra las tropas monárquicas del Sacro Imperio Romano- Germánico salvó a la Revolución. Lo que se gritó en Valmy por primera vez fue "¡Viva la Nación!", en vez de "¡Viva el Rey!" -Contaba Maseti a los Sitge aquella tarde. -Al día siguiente, el 21 de septiembre de 1792, en París, la Convención Nacional destituyó a Luis XVI como rey propietario de Francia. La monarquía fue abolida y proclamada, en su lugar, la Primera República francesa.- 

 -Qué significan para usted esos términos? -Preguntó Sofía- ¿República, Nación? ¿Nos los puede explicar mejor, Gaspar?-

-Lo voy a intentar -respondió él-, porque no es tan fácil, sobre todo el de nación. Comenzaremos por él: 

Normalmente, el término nación, define al conjunto de individuos que reconocen que comparten vínculos de identidad colectivos y básicos. Cada uno de nosotros tiene una nación que engloba varias menores, como tiene una identidad principal que engloba a varias identidades secundarias.

Ustedes, por ejemplo, son de origen catalán por parte de padre y gallegos por parte de madre, entienden la lengua catalana y la gallega, pero lo que comparten como vínculos colectivos y básicos es que todos son españoles, han vivido juntos una larga historia común y se encuentran organizados socialmente en un estado oficial común que hoy se llama Reino de España, aunque el territorio de este estado se extienda por Europa, las Indias, las Filipinas y muchas otras tierras.

Un estado es una unidad política que tiene soberanía frente a otros estados. Un estado fuerte capaz de ter soberanía sobre muchas naciones étnicas diferentes sin estado ni soberanía propios é un imperio, un imperio extiende una lengua, un modelo de civilización y una cultura propia como un modelo universal diferenciado.

 Puede haber una confederación o federación de estados, como la que constituyeron los norteamericanos, pero los estados componentes ceden su soberanía a un solo gobierno conjunto. La demagogia de la Revolución Francesa estableció que el pueblo es soberano, pero sólo el gobierno de la república tiene verdadera soberanía, esto es, independencia y poder coactivo, frente al exterior, el extranjero, y frente al interior, a los súbditos del poder, llamados ahora ciudadanos. Florituras de fachada.

Un imperio puede tener una soberanía monárquica, como la Monarquía Hispánica, o republicana, como Roma antes de los césares. O una soberanía ejercida por el guía supremo de una religión, como la de los califas musulmanes, o como la que pretendieron los Papas, mas nunca consiguieron.

 Por eso es que hablan ustedes en castellano y recurren a la cultura universal española para entenderse entre ustedes, entre los españoles de las Indias, como la esposa del señor Quinteiro, conmigo y con la mayoría de su comunidad, aunque recurran al gallego, cuando van a comprar al mercado, o aunque el señor Sitge regrese al catalán, cuando se encuentra con otro fomentador que también vino a Vigo desde Cataluña.

Hay varios tipos de nación con distintas graduaciones, pues no es lo mismo nación étnica que nación política. Dentro de sus identidades, tal como las sienten, ustedes se pueden sentir españoles y catalanes, y gallegos y, antes, hispanorromanos o celtíberos o como sea que se llamaron sus antepasados anteriores. Todas esas etnias conforman el acúmulo variado de su nación étnica.-

-Yo nací y me crie en Vigo y me siento más gallega que catalana o española y, mucho menos, castellana -dijo Sofía-, aunque use el castellano para entenderme ampliamente, como podría usar el latín o el francés, si supiese hablarlos... o aprendería italiano, si me fuese a vivir a Italia, como usted aprendió español.-

-Amiga Sofía- respondió Gaspare con su mejor sonrisa- No existe nación política sin estado que la comande y sin soberanía frente a otras naciones políticas. Non existe una nación de naciones, aunque puede haber una nación política que englobe muchas naciones étnicas unificadas en ella. No existe un estado de estados, porque sólo uno puede tener la soberanía, aunque que sus componentes disfruten de cierta autonomía descentralizada dentro de ella.

 Lo que usted siente como identidad nacional es la de su nación étnica, pero en el mundo material en el que todos nos relacionamos con todos, lo que tiene graduación mayor no es la identidad sentimental, sino la oficial. Es decir, su nación política.

Quiero decir que, si los soldados profesionales de la nación política británica hubiesen desembarcado en Vigo y viniesen a saquear su casa (gracias a Dios que no lo hicieron), usted no salvaría sus bienes poniéndose ante la puerta y gritándoles que no se siente española sino gallega, y que no está en guerra contra el Reino de Gran Bretaña. Ellos pueden no ser ingleses, pueden ser escoceses, o galeses o irlandeses en su sentimiento étnico, pueden sentir lo que quieran, pero la van a tratar por su nación política oficial, es decir como española, y no por lo que usted se sienta. Y España es su enemiga ahora mismo y, al enemigo, ni agua.-

Masetti percibió que Sofía había sido emocionalmente impactada y que él se había pasado con su duro ejemplo. "No se puede hablar así a las mujeres" -proclamó la voz de su conciencia desde muy dentro de sí.- ¿Cómo arreglarlo? Se levantó de repente, fue hasta el fondo del patio, arrancó tres margaritas doradas y se las trajo al objeto de su amor.

-Querida Sofía -dijo inclinándose y tendiéndole las flores mientras ponía la otra mano sobre su corazón- Le suplico que me perdone por el ejemplo desgraciado que se me ocurrió para explicarme. Prometo ser más cuidadoso en lo que piense y diga ante usted, de ahora en adelante.-

Ella se las aceptó, y todos sus familiares se distendieron.

-Gracias, caballero -dijo-. No necesita disculparse para nada. Me hizo entender perfectamente lo que es nación sentimental y nación política. Por favor, vuelva a sentarse y siéntase a gusto.-

Se sentó y la señora Sitge le llenó el vaso de nuevo. Telmo preguntó entonces:

- Muy bien, continuemos... ¿Cómo se define lo que es República?-

-La nación política tiene que ver con lo que es oficialmente el estado específico al que perteneces- Respondió Gaspare después de tomar un sorbo de vino- Monarquía o República son dos de las formas de gobierno que pueden dirigir un estado.

Las dos organizaciones son piramidales. En las dos, la base de la pirámide está conformada por la mayoría del pueblo, con sus distintas identidades étnicas, regionales, linguísticas, históricas localmente... En las dos, lo alto de la pirámide está ocupado por la clase dirigente, que unifica todas las etnias locales en una sola y amplia identidad oficial de cara al resto del mundo, la de la nación política. 

En la Monarquía, quien dirige la nación política es el rey, por la gracia de Dios y porque su padre y su abuelo eran reyes del mismo estado también, ayudado por los ministros que el mismo rey va escogiendo. 

En la República, por lo contrario, quien dirige, por la gracia de los hombres del pueblo que tienen derecho a voto, son los ministros que los votantes escogieron. Y no pueden transmitir su poder a sus hijos, como puede un rey. Gobernarán durante cuatro o, como mucho, ocho años, y luego tendrán que ceder el poder a otros ministros que los votantes del pueblo elijan.

Quien tiene la gracia de elegir a la cúpula dirigente, tiene la soberanía sobre la nación política. En la Monarquía, el soberano es el rey, en la República, se asegura que el soberano es el pueblo, que gobierna por medio de sus representantes elegidos. Aunque la realidad, tal como yo la vi funcionando en Francia, es que sólo la porción del pueblo que tiene derecho a voto, porque pagan impuestos por sus propiedades, es la soberana. Y que, colocados en la cúpula dirigente, la mayoría de los representantes que los votantes eligieron, hará lo posible por encontrar la forma de apoltronarse en el poder y por conseguir mantenerse en él durante el máximo tiempo posible, igual que el rey. 

Miren ustedes, por ejemplo, a Napoleón Bonaparte. En la teoría, es el Primer Cónsul o presidente de la actual República Francesa. En la práctica, ya se convirtió en un dictador vitalicio y no dejará a los votantes elegir a otro. Apuesto que acabará convirtiéndose en rey y queriendo pasarle la corona a sus hijos.-

-Napoleón Bonaparte nunca haría eso, que nada tiene que ver con él, Gaspar- dijo Sofía con convencimiento-, él es un verdadero revolucionario y un hombre moderno, jamás volvería a un antiguo régimen monárquico, como el que ahora seguimos padeciendo en España.-

-Ojalá que tenga usted razón, Sofía.- dijo Masetti, percibiendo que era imposible discutir sentimientos sin indeseable enfrentamiento. Por lo que hizo una finta y regresó a contar la historia:

-En fin, tras la batalla de Valmy, la propaganda republicana repitió al infinito que aquella batalla fue la primera victoria del pueblo francés soberano contra el viejo poder absolutista, representado por la frase "El Estado soy yo", que había dicho el Rey Sol. La propaganda republicana extendió, con bombo y platillo, que la victoria se había debido al empoderamiento de soldados que, por primera vez, se sentían ciudadanos dueños de su nación política y de su estado, en vez de súbditos de un rey que se decía el único dueño, como lo eran los prusianos o los austríacos. 

Pocos días antes de la batalla, en París, el agitador Marat divulgó la acusación de que los «contrarrevolucionarios» (que se hallaban encarcelados) estaban dispuestos a urdir una conspiración, y que eran cómplices y, por tanto, culpables, de las amenazas proferidas por Brunswick. Los sans-culottes exigieron una justicia implacable y rápida.  

Hacia las dos de la tarde del 2 de septiembre de 1792, una multitud se encontró con un grupo de prisioneros que iban a ser trasladados  a una cárcel, e inmediatamente se abalanzó sobre ellos, matándolos a todos. 

A continuación las turbas fueron invadiendo dos prisiones de París, ejecutando sistemáticamente a todos los reclusos, sin distinguir entre prisioneros políticos, ya nobles, sacerdotes refractarios y antiguos guardias suizos, o delincuentes comunes. 

Hasta el día 6 fueron asaltadas el resto de prisiones de la capital, inclusive una que acogía a menores, que también fueron muertos. Durante esos cinco trágicos días de septiembre, turbas anónimas asesinaron entre mil y mil cuatrocientas personas, la mitad de la población reclusa de la capital.​

Marat publicó en su periódico una nueva circular en la que se justificaban, sin ningún pudor, las masacres de toda aquella gente indefensa. Más tarde se desataron las protestas de sus familiares y de muchos otros ciudadanos, por todo aquel salvajismo incivilizado, realizado sin control alguno por parte del gobierno. Pero lo ocurrido era apenas la primera salpicadura de la catarata de sangre que se desbordó a continuación. 


Cuatro meses y medio después, nos llegó a Marsella, como una explosión sofocante, la noticia de que  los  revolucionarios parisinos, aún gobernando los Girondinos, por mayoría simple de votos en la Convención Nacional, habían juzgado, condenado, transportado entre tambores a una plaza pública al rey y cortado su cabeza en la guillotina, el día 21 de enero de 1793, ante las masas.- 

-¡Virgen Santa! ¿Y qué sintió usted?- Preguntó la señora Sitge santiguándose.  

-A mí, entonces, señora, aquello me pareció, sobre todo, excesivo, demasiado brutal e innecesario, pero pensé, como mucha gente progresista pensaba por entonces, que tal vez era necesario que muriese del todo el mundo viejo, por lo menos en sus símbolos, para que pudiese nacer uno nuevo y mejor en su lugar. 

El Papa repudió aquel acto desde Roma y celebró exequias para el rey, lo que desagradó tanto al gobierno de Francia, que como represalia, ejecutó públicamente a dos obispos y a más de doscientos eclesiásticos refractarios.

Muerto el rey, ya no se podía pensar más en monarquía constitucional. Los locos que se atrevían a mencionarla, y hasta los moderados y los indecisos, pasaron a ser vistos como indeseables, y, al final, a callarse y desaparecer. La República se volvió incuestionable.-

 

CONTINÚA MAÑANA

                                

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