-He cotejado varios libros escritos por españoles, franceses, ingleses, holandeses, alemanes e italianos sobre Cortés, Pizarro y sus conquistas, don Xosué -explicó Masetti- y, la verdad, es que la mayoría de los autores extranjeros cargan las tintas para acusar de crueldad a los conquistadores españoles y presentarlos como gente ávida en conseguir poder, títulos nobiliarios, oro y esclavos.
Sin embargo, los autores españoles suelen presentarlos como intrépidos aventureros que se enfrentaron a lo desconocido con muy pocos medios, vencieron con astucia a grandes imperios y los sustituyeron por una gran civilización cristiana que los mejoró en todo.-
- Normal - respondió el bibliotecario-. Es como ven la misma cosa los amigos y los enemigos.-
-Y a usted qué es lo que le parece que fue la verdad, don Xosué? -Preguntó Gaspare- ¿Eran grandes héroes o grandes villanos?-
-¿Quién soy yo para juzgar a un hombre que se salió de lo común y comprometió su existencia en una causa a vida o muerte, en un lejano país y hace más de trescientos años? -Dijo él.- Habría que inventar una palabra para designar el error de querer juzgar la mentalidad de las gentes de otro tiempo a través de nuestra mentalidad presente... tal vez "presentismo", o "asincronismo", no sé... La verdad de lo que ocurrió... yo creo que cada uno de los protagonistas de aquel evento tendría una idea de su propia verdad.-
-Entonces... ¿Qué será lo importante que quedó del esfuerzo de todos ellos?- Insistió Masetti.
-Todos ellos llevan ya mucho tiempo muertos. -Dijo él.- Tanto los vencidos como los vencedores. Nada de lo que ahora nos importa permanece, amigo Gaspar, ni nuestro cuerpo, ni nuestras ideas ni nuestros sentimientos.-
-Importan las personas y las causas por las que daríamos la vida, creo yo.- Dijo Gaspare. -Y tu país.
-Las personas que amamos y por las que daríamos la vida, morirán también en breve. Las grandes causas a las que nos devotamos ya no le servirán a nadie apenas una generación después. Ningún país mantiene su forma muchos años, todos se van ampliando o reduciendo.
Los españoles de la época de Cortés y Pizarro no se reconocerían en los de nuestra época actual, amigo mío, tal como Julio César, que fue pontifex máximus, no se sentiría compatriota de los romanos, vasallos del pontífice cristiano, entre los que usted nació.
A ningún español de hoy se le ocurriría pedirle a usted reparaciones, ni siquiera arrepentimiento, por las muertes que César produjo entre los habitantes de la Hispania de su tiempo, a menos que fuese un bobo. Todo se transforma.-
-Nada vale, entonces, porque nada permanece?-
-Yo creo que valió lo que cada uno vivió en el momento, Gaspar, y aún eso, cuando uno se lo cuenta a sí mismo un año después... o tres después, ya es un cuento que poco tiene que ver, y uno lo sabe. Ojalá que, al menos, sea un buen cuento.
-Don Francisco, usted es un gran patriota- dijo Masetti.- Le gusta contar las victorias de los españoles y aún sus derrotas, si son derrotas dignas, pero me está pareciendo y, por favor, no se enfade conmigo, que elude tocar ciertos temas en los que la fama de España no sale tan bien parada.-
-¿De qué temas me habla, Gaspar?- Preguntó sin alterarse y mirándolo a los ojos.
-Yo ya sé que se creó toda una Leyenda Negra por parte de los enemigos de España para desacreditarla, especialmente por parte de los protestantes ingleses, holandeses y alemanes y de la otra gran potencia católica competidora suya, Francia, mientras no la pudieron vencer con las armas ni arrebatarle sus riquezas conquistadas. Sé que mucho de lo que se ha dicho son mentiras o medias verdades, presentadas de tal manera que hagan el mayor daño posible. Pero me parece que las críticas a ciertos aspectos oscuros de su historia no dejan de tener un punto de razón.-
-Dígame usted uno de esos aspectos oscuros, para que comencemos a examinarlos.-
-Tengo miedo de que me retire su apreciada amistad, si me atrevo a tratar con usted de estas cosas con franqueza.-
-Gaspar, si yo le retirase a un amigo mi amistad por atreverse a ser franco conmigo, no le respetaría su libre expresión, mi amistad no valdría nada, y puede usted despreciarla. Y si mi amigo no se atreve a ser franco conmigo sobre cualquier tema, manteniéndome el respeto que se deben los amigos, tampoco yo perdería nada que mereciese la pena.-
-Entendido. Y le agradezco mucho la libertad de expresión y la confianza en mi respeto que me da, don Xosué. Vea usted, el otro día, por ejemplo, mencionamos el tema de la esclavitud practicada por España en las Indias, y usted dijo que era un tema que le causa vergüenza, o algo así.-
-Es verdad que me causa vergüenza el tema de la esclavitud del hombre por el hombre, Gaspar, pero me causa vergüenza como ser humano, como miembro de la Humanidad, no como miembro de la comunidad hispana.-
-¿No como español?- Quiso puntualizar Masetti.
-No como español, Gaspar, como ser humano –confirmó él-. La comunidad hispana es, apenas, una más de las tantas comunidades humanas que igual han sufrido como practicado la lacra de la esclavitud y sus sucedáneos, a lo largo de la historia de luces y sombras de la Humanidad, y que hasta han llegado a considerarla legal, normal y compatible con sus religiones.
...Ingleses, holandeses, alemanes y franceses -siguió-. ¿Quiénes son ellos, qué superioridad moral les autorizó a juzgar a España, a condenarla, a proclamar a través de la imprenta sus supuestos defectos e iniquidades, a divulgar y seguir repitiendo la leyenda negra? ¿Qué es lo que se ve en el ojo, la paja o la viga?
Fíjese bien, Gaspar, en toda la historia de España, su mayor y más duro enemigo durante más tiempo, no ha sido Inglaterra o Francia, sino el Islam. ¿Ha forjado el Islam una leyenda negra contra España? No, ni la considera. El Islam la ha forjado contra la Cristiandad en general, igual que los cristianos la forjaron contra el propio Islam en general.
Ingleses, holandeses, alemanes, franceses, italianos, portugueses, españoles, las naciones cristianas que más se han destacado en la historia del mundo, las que cartografiaron los relieves de sus continentes e islas, las que trazaron sus rutas de navegación y describieron sus caminos interiores, los hijos adelantados de la madre de todos ellos, Roma, que a todos ellos les transmitió juntos sus virtudes y sus defectos.
¿Qué le voy a hablar de la antigua Roma, madre de todos nosotros, a usted, amigo Gaspar, que es un romano moderno, un romano cristiano que ya vivió el Siglo de las Luces y la Revolución Francesa? Sólo contemple a España dentro de su contexto de hija adelantada de Roma, sólo compárela con los otros hijos adelantados de Roma. Dígame si es o no es una digna hija de su madre.-
-Está claro.- Respondió Masetti, reflexivo.
-¿Está claro qué?- Insistió el señor Quinteiro.
-Está claro que es una digna hija de su madre. Muy digna.-
-¿Qué hay de los defectos de la hija? Dureza guerrera, impulso conquistador y esclavista, imposición de su propia mentalidad y creencias, de su civilización y su código de honor y de derecho, de su lengua y de su propia manera de ser y de vivir?-
-Son los defectos y las virtudes de su madre, expresadas en su propia época y oportunidad.-
-Mire Francia, Inglaterra, Holanda… ¿En qué se diferencian de su hermana España?-
-En que levantaron sus propios imperios romanos un poco más tarde que ella.-
-Y con mejores oportunidades ¿No le parece? Ya estaban las corrientes oceánicas descubiertas, los caminos trazados, el mundo revelado… y con una mentalidad más evolucionada.-
-Es verdad.-
-...Y con una mentalidad más evolucionada, diecinueve siglos después de Cristo, se sigue hoy mismo cultivando y recolectando azúcar en las Antillas, trabajo duro, pesado, desgastante ¿Y quién lo hace?.-
-Esclavos o trabajadores forzados por imposición o necesidad.-
-¿Y de qué naciones son los amos que los fuerzan?-
-De Francia, de Inglaterra, de Holanda, de España…-
-¿Y de qué naciones son las personas que hoy se oponen al trabajo forzado y sin libertad?-
-De las mismas naciones.-
-Entonces, me parece que usted mismo, amigo mío, se ha contestado a todas sus preguntas.-
CONTINÚA MAÑANA
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