quarta-feira, 14 de julho de 2021

37 - EL GRAN TERROR

-Cómo la Revolución pudo llegar a un radicalismo tan feroz?-Preguntó Sofía.

- El pretexto era la necesidad acuciante de colocar todas las fuerzas del país bajo una misma dirección de una forma drásticamente disciplinada y sin fugas de energía ni obstáculos, para consolidar el proceso de cambio en el interior y para rechazar a los enemigos exteriores. La realidad era que, los dueños del poder, usaban de aquel pretexto para eternizarse en él, al tiempo que eliminaban a todos sus posibles competidores.

El terrorismo del estado suponía saltarse arbitrariamente sus propias leyes para que los gobernantes metieran el mayor miedo posible a la población con un abuso de su poder coactivo, de modo propositado y sistemático, para poder llegar a dominarla, evitando cualquier acto de resistencia a la opresión, sin juicio previo, ni las garantías del debido proceso.

En la práctica, la ley de Pradial abrió el camino al llamado "Gran Terror", la radicalización de la política terrorista ya aplicada desde finales de mayo de 1793.

-Qué clase de persona pudo proponer una ley como esa de Pradial? -Se asombró Sofía- ¿Un loco?-

-Ninguno de estos sanguinarios parecía un loco -Respondió Gaspare- Eran los ilustrados hijos de la Diosa Razón y de Rousseau. Querían un mundo nuevo y, para eso, pensaban que había que enterrar el viejo.

Georges Couthon, había sido un abogado de buen corazón, pero el proceso revolucionario lo fue radicalizando. Votó por la muerte del rey sin apelación, se definió jacobino y fue el primero en pedir la eliminación de los girondinos; le nombraron miembro del Comité de Salud Pública y le enviaron como comisionado adscrito al ejército que sitiaba Lyon. 

Como Lyon no se rendía, se las arregló para reclutar un ejército de sesenta mil hombres, con lo que pudo tomar la segunda ciudad de Francia. Aunque la Convención decretó que la ciudad fuera arrasada, Couthon no hizo caso y obró con moderación, cosa que no hizo su sucesor en el cargo,  que desencadenó una represión feroz entre los supervivientes. 

Luego fue presidente de la Convención durante un tiempo, y contribuyó al procesamiento de los líderes de la extrema izquierda, procedentes de los Cordeliers, los líderes de los sans-culottes, que habían sido el instrumento de los jacobinos para descabezar a los girondinos. Ateos, radicales, partidarios de la guerra y la guillotina, eran llamados "Los Exagerados". su líder Hébert y muchos de sus seguidores destacados fueron, a su vez, guillotinados por los jacobinos.

No se entiende como aquel abogado tan prestigioso propuso la aceleración del procedimiento judicial de tal forma que se suprimió toda garantía para los acusados, que ya estaba severamente erosionada tras la aprobación de la Ley de Sospechosos. 

Incluso justificó el  proyecto de su  ley ante la opinión pública como una "democratización", dirigida a poner en pie de igualdad a aristócratas y ricos con respecto al pueblo, al hacer imposible a los primeros salir del atolladero, gracias a que podían pagar abogados. De aquella manera conseguía igualar a todos por lo bajo, por el procedimiento expeditivo de dejar a todos sin defensores ...La igualdad era uno de los principales objetivos de la Revolución.

 -"El plazo para castigar a los enemigos de la patria -declaraba Couthon en la Convención- no debe ser mayor que el tiempo de reconocerlos. Interesa menos castigarlos que aniquilarlos... No se trata de dar ejemplo, sino de exterminar a los implacables satélites de la tiranía".-

Tras la aprobación de la ley, el Tribunal Revolucionario, absolutamente sectario y parcial, no tenía más que dos opciones ante el veredicto de las comisiones: la absolución o la muerte de cada acusado. La definición de "enemigos del pueblo" era tan vaga que todo el mundo podía ser incluido, ya que bastaba con "inspirar el desánimo", o incitar a la "depravación de las costumbres" o "alterar la pureza y la energía de los principios revolucionarios", sin que tales expresiones generales fueran jamás precisadas.

La Ley de Pradial eliminó cualquier vestigio de garantía a los acusados. Con su aplicación, dejó de haber interrogatorio antes de la audiencia, ni abogado, ni audición facultativa de los testigos. El Tribunal podía pronunciar su veredicto con base a simples presunciones morales.

Parece ser que este informe fue votado sin el acuerdo del Comité de Seguridad General, ni el de todos los miembros del Comité de Salvación Pública, que temían que la concentración de poder que suponía esta ley de estas características dañaría todavía más a la República y precipitaría la caída del régimen. Pero ya Robespierre pasaba de ellos y hacía cumplir su voluntad a una Convención aterrada y sometida.

La gravedad de suprimir cualquier garantía a los acusados no pasaba desapercibida ni siquiera para los más radicales defensores del Terror: El propio Saint Just reconocía que "Todo lo que está ocurriendo es horrible, pero necesario". El fin justifica los medios.

 Esta radicalización provocó que, en el primer mes de aplicarla, se condenara a muerte a un número de personas mayor que a los que se había condenado a lo largo de todo el año anterior.  Couthon fue fiel a Robespierre y lo acompañó, a él y a Saint-Just hasta el final.

El número de muertos que produjo todo "El Terror" es muy variable según las fuentes; desde las que aseguran alrededor de cuarenta mil muertes, hasta las más conservadoras, que calculan unas doce mil.-

 

CONTINÚA MAÑANA

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