quarta-feira, 14 de julho de 2021

43 - CONDILLAC

Telmo, finalmente, había tenido que renunciar a Lidia, que prefirió comprometerse con un hombre adinerado bien mayor que ella, por lo que el joven se volcó al estudio de la filosofía para consolar su corazón. Una de las veces en que fue a visitarle, Masetti  se fijó en un libro en francés que había en una de sus estanterías: "Tratado de las sensaciones" de Etienne Bonnot de Condillac. 

Le preguntó por él y Telmo dijo que Condillac había sido un noble ilustrado, educado por los jesuítas, amigo de Rousseau y de Voltaire, sacerdote sin entusiasmo, filósofo y economista,  muerto hacía veinte años, que dedicó buena parte de su vida a intentar demostrar que la actividad espiritual del hombre no tiene otra fuente que las sensaciones y  que tampoco la reflexión es una fuente de conocimiento independiente de las sensaciones.

-¿Y qué son las sensaciones, entonces? -Preguntó Gaspare.

- Según Condillac  las sensaciones son el resultado de la acción del mundo exterior sobre nuestros sentidos, ese es el primer conocimiento que recibimos desde niños cuando aún no podemos razonar sobre lo que sentimos y, de acuerdo con lo que nos hace sentir ese primer conocimiento, es que creamos nuestro particular lenguaje y pensamiento y les asignamos significado dentro del lenguaje y pensamiento colectivo.-

Condillac sostiene que la esencia de las cosas es incognoscible y que nuestras sensaciones sólo serían signos y no copias de las cosas. El hombre no puede conocer la naturaleza de las realidades exteriores. “Todo lo que sabemos, es lo que llamamos cuerpos”, declara. Se trata de una concesión al agnosticismo. Todo es relativo, ya que cada uno de nosotros percibe de distinta manera sus sensaciones.  

En cuanto a las relaciones sociales, según él, la tendencia de los seres humanos a asegurarse el máximo de placer, es lo que desempeña el papel decisivo en nuestra vida social. Sólo es justo el régimen que satisface enteramente nuestras aspiraciones a los goces que nos producen las sensaciones. Y no el que nos los dificulta y dice que ya gozaremos de placeres espiritualistas en el cielo, tras la muerte, si nos hemos comportado bien.

 Para Condillac, la metafísica idealista es una simple elucubración de la imaginación y de los prejuicios teológicos en los que nos hemos acostumbrado a creer.

-He oído cosas semejantes en Francia -dijo Masetti-. Creo que les llamaban filósofos sensualistas o materialistas a quienes pensaban así.-

- Él no se consideraba un materialista, pensaba que debe existir una verdad objetiva y una realidad espiritual, pero también que es inaccesible para el entendimiento humano la noción de absoluto y, especialmente, la naturaleza y existencia de Dios y, en general, de todo lo que no puede ser claramente experimentado por nuestras sensaciones.-

-Bueno yo creo que no sólo sentimos a través de nuestros cinco sentidos físicos, Telmo, también tenemos sensaciones sutiles y profundas que no tienen que ver con el cuerpo, como el amor... o como la percepción de mundos interiores que nos llega cuando tomamos cierta dosis de licor de flores de cáñamo.-


-Puede ser posible, pero lo que Condillac dice es que no podemos conocer eso, ni nada, sino a través de un sistema de percepciones totalmente relacionado con nuestros cinco sentidos, y que todo lo traducimos a ellos.-


-Si eso fuese cierto, llegados a este punto, nada más hay para discutir.-Dijo Gaspare.


- Seguro que no sabías que Condillac fue el preceptor de nuestra reina, doña Maria Luisa de Parma.-


-No sabía, no, estuve en el ducado de Parma hace años; ahora todo aquello es parte de una de las repúblicas títeres del norte de Italia, creadas por Napoleón.-


Masetti se quedó pensando en aquello todo el día, mientras se ocupaba de la producción y de los pedidos de su fábrica. Aquí estoy yo, un ser humano intentando hacer mi vida. Y lo que llamo mi vida es el manojo de sensaciones que tengo en cada momento, sensaciones que se desarrollaron durante mi infancia en Italia, conforme a 
la acción del mundo exterior sobre mis sentidos, que han creado mi lenguaje y mi mentalidad y que le dan su significado a mis pensamientos, mi manera de vivir y mis planes.

Como estoy inmerso, en cada momento, en un campo de acción cambiante del mundo exterior sobre mis sentidos, tengo que adaptar continuamente a él mi lenguaje, mi mentalidad, el significado de mis pensamientos y sentimientos, mis planes y mis acciones personales. Y todo eso sin tener certeza de nada, porque se que, tanto mis sensaciones interiores como las que me llegan de la acción del mundo sobre ellas, no son la realidad, sino signos mentales que la interpretan. Las sombras de la caverna de Platón, vamos.

De niño estaba inmerso en el reducido campo de acción del mundo sobre mis sensaciones  que me proporcionaba mi familia y mi pueblito de Crevalcore. Mi abuelo Sixto me abrió a un campo de acción mayor, me abrió a viajar y conocer el mundo.

Me fui por el mundo y acabé entrando en el bullicioso campo de acción de Francia y de la Revolución Francesa, que acabó devorando a Italia, a mi familia y al mundo de mi infancia, que sigue siendo mi patria interior, aquello que da significado a todas mis sensaciones.

Abandoné aquel campo francés de acción del mundo sobre mis sensaciones cuando sólo me llegaban de él vibraciones de desagrado, de decepción y de disgusto. Me trasladé a otro campo de acción del mundo sobre mis sensaciones, España, para llegar a Vigo, y puedo decir que he entrado en él con buen pie y con buena suerte, igual que entré en Niza para llegar a Francia.

Cada uno de nosotros nace inmerso en un campo determinado de acción del mundo sobre sus sensaciones y mucha gente jamás puede salir de él en toda su vida, aunque no le lleguen de él vibraciones de buena esperanza. La mayoría ni piensan en salir de él jamás, otros piensan salir, pero no saben como hacerlo o no se atreven.

Algunos, como yo, se atreven. He podido escoger nuevos campos de acción del mundo sobre mis sensaciones. Hay un mundo de posibilidades y tenemos libertad para escoger una de ellas. En el momento que escogemos, se inhiben todas las demás, y tenemos que adaptarnos completamente al nuevo campo de acción, y ajustar nuestros significados individuales a su significación colectiva.

Cada campo de acción, cada mundo, está inmerso en otros mundos mayores. Yo me adapto a Vigo, y tengo que entrar y adaptarme al mundo de los Marcó del Pont, que, a su vez, se han adaptado al mundo de la Corona Española, la cual, siendo un enorme campo de acción que en otro tiempo fue hegemónico, tiene que adaptarse, a su vez, a los campos de acción más poderosos, que hoy se disputan la hegemonía mundial, Francia o Inglaterra, y escogieron Francia.

De todas mis sensaciones, las que me son más gratas son las de libertad para escoger mi propio rumbo y paz para disfrutarlo. Seguro que igual lo son para el rey de España y la reina, dos italianos como yo, uno nacido en Nápoles, su patria interior, otra en Parma, aunque su campo de acción, desarrollo y relativo poder, en este momento, sea España inmersa en la hegemonía de Francia, como lo es para mí mismo y para los Marcó del Pont, que son mi envoltura hegemónica más próxima. 

Escoger una hegemonía en la que apoyarse significa sufrir la enemistad del aspirante a la hegemonía adversario y, por eso, la libertad, la paz y el relativo poder de los reyes de España, de los Marcó del Pont y de mí mismo, tiene que defenderse del campo de acción de Inglaterra, siendo que, hasta ahora, nada tenían que ver los ingleses conmigo ni tengo ninguna cuenta pendiente con ellos, como sí la tengo con algunos franceses.


CONTINÚA MAÑANA

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