quinta-feira, 8 de julho de 2021

28 - LA ASAMBLEA NACIONAL

 -Desde la toma de la Bastilla- contaba Andrea-, no ha habido otro poder en Francia más reconocido y obedecido que la Asamblea Nacional, cuyos miembros juraron no disolverse hasta conseguir darle una Constitución al país, una ley fundamental que satisfaga a todos los estamentos sociales. En principio ni contaban con la nobleza y el clero, pero, después de un mes, los altos testamentos decidieron que no les convenía no estar presentes, así que les enviaron sus diputados, y se formó en París la Asamblea Nacional Constituyente.

Pero, entretanto, el espíritu revolucionario, de la mano del descontento popular, está adelantándose a ella, tanto en las ciudades como en los pueblos, en puras acciones directas de derrocamiento del antiguo orden, quemando títulos sobre servidumbres, derechos señoriales o de propiedad de latifundios, atacando castillos y palacios, obligando a la Asamblea, incluso a los nobles, por el miedo que les causan, a legislar de acuerdo con lo que los agitadores del pueblo insurrecto demandan.

...En agosto de 1789, la Asamblea, ya no era más la del Pueblo Francés ni la de su Estado, sino la "Asamblea de la Nación".-

-¿Qué es lo que se entiende por nación?- preguntó Masetti.

-Nación es una idea de comunidad, una comunidad que se imagina y se siente, esto es,  la de los miembros de un colectivo que se  sienten vinculados cultural e históricamente entre si. -Respondió Andrea.-

-¿Mi pueblo natal es mi nación?-

-No. El pequeño pueblo en que naciste no es todavía una nación, piensa en algo más amplio...-

-...¿La Emilia-Romaña, Los Estados Pontificios?-

- Más amplio aún, hombre, no seas tan corto -insistió Masenna.-  Eso sigue siendo apenas tu región natal y el estadillo local que tiene poder sobre tí, si vives sujeto a las leyes de ese territorio. Piensa más amplio aún, piensa en algo que te vincula conmigo.-

-¿Italia? Los dos somos italianos, aunque de distintos países y con distintos señores.-

-Eso es, Italia es nuestra nación histórica, aunque no sea un estado. Tal vez algún día llegue a serlo. Los dos nos entendemos en italiano florentino, que es la lengua de Dante, hija del toscano y del latín de Roma y luego de la Iglesia. Todos los italianos estamos vinculados históricamente desde que nuestra península era el país-corazón de la gloriosa República Romana.

El país, digo, no los paisitos regionales de la península, sin grandeza comparable a la que alcanzó Roma, por muy ricos que fuesen sus aristócratas u oligarcas. Una vez que una gran nación se fragmenta, sólo porca miseria para los habitantes de los pedacitos, porque surgen muchos más oligarcas y sus gorilas para chuparles la sangre, y más próximos.

 Ólvídate de paisitos y de sus señores locales. Olvídate hasta del Papa como señor temporal de unas pequeñas regiones. Los antiguos señores están ahora mismo de capa caída.-

-Por qué lo están?- Preguntó Gaspare, un poco picado porque le mentasen al Papa como un simple señor temporal de pequeñas regiones... aunque fuese la verdad.

-...Porque  la Asamblea Francesa hizo algo que hace diez años sería impensable -explicó-: abolió por ley el feudalismo, los diezmos y la justicia ejercida por los señores locales, instaurando la igualdad de todos los ciudadanos ante los impuestos, las penas y el acceso a los cargos públicos... -

-¿Y qué hace el Rey Luis XVI ante todos esos grandes cambios? -Preguntó Gaspare, sin atreverse a opinar sobre otras opciones políticas que las que parecían interesar a su patrón.  

-Hacer, es poco lo que puede hacer. Ese pobre rey y su reina austríaca fueron obligados por una turba de mujeres furiosas, que protestaban por la escasez del pan, a abandonar su paraíso celestial de Versalles y a marcharse a vivir al palacio real de París, bajo vigilancia.-

-¿Por qué los llevaron a París?- 

-Porque sólo en una gran ciudad como París, con muchos burgueses ricos, medio ricos e ilustrados, y una milicia ciudadana compuesta y armada por burgueses, se podía hacer y mantener en desarrollo una revolución como ésta, que se basa en la demagogia y en buscar y señalar ante la plebe soliviantada presuntos culpables de todos los males del país, a quienes castigar.

La Asamblea también cuidó de diferenciarse del régimen anterior, publicando la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que establece el principio de libertad, igualdad y fraternidad, de forma parecida a como los establecieron los colonos norteamericanos en su Declaración de Independencia. Y está claro que se pretende que estos principios sean la base fundamental de la futura Constitución.

…Sin embargo -siguió-, todos esos cambios y todo el miedo que generan están provocando que cada vez más nobles salgan del país, y conspiren para fomentar una guerra civil en Francia, o para conseguir una intervención del Austria o de las demás monarquías extranjeras, a fin de restaurar el viejo orden, antes de que la insurrección prenda también en sus países. 

Así que, Masetti, sigue produciendo todo lo que puedas, e intenta conseguir unos sabores bien parecidos a los de esas muestras que te traje, de los licores finos que consumen los exquisitos que aún quedan en París, que antes eran nobles y ahora son revolucionarios ricos... y verás que, dentro de poco, tus botellas tendrán una demanda enorme, a un precio mucho más alto que al que las estamos vendiendo ahora.-

La siguiente vez que Massena  visitó a Masetti, vino en un velero desde Antibes, territorio francés cercano, al que había trasladado su residencia, después de su matrimonio con una bella francesa.  

La familia de su novia, la señorita Anne Marie Rosalie Lamar, una rica heredera, le había exigido que dejase el servicio activo en el ejército, si quería casarse con ella, y Massena lo dejó, pero siguió comandando su red de contrabandistas, un pequeño ejército de verdaderos piratas, que introducían en Francia cualquier clase de bienes procedentes de Italia que tuviesen buena demanda. 

Massena le contó como la revolución se había ido haciendo cada vez más pesada y exigente en París, al haber fracasado todos los intentos por mejorar la economía del pueblo llano. No sirvió proclamar la ley marcial para parar los tumultos, ni liberar los préstamos con usura, ni nacionalizar los bienes del clero católico, ni destituir al ministro de finanzas.

-La cosa está tan mal -decía-, que no parece que se pueda resolver esto más que provocando una guerra, que permita colocar a todo el mundo bajo disciplina militar, al mismo tiempo que se intenta que el Estado se recapitalice.-

-¿Y como están pensando en recapitalizar al Estado? -Preguntó Masetti.

-Es obvio, hombre, por el procedimiento de toda la vida de arrebatarles por la fuerza un buen botín y tributos a los estados vecinos. -Respondió Massena, como quien explica lo que no necesita ser explicado.  

-Tanto es así, amigo Gaspare, que yo mismo estoy estudiando la posibilidad de volver a hacer carrera en el ejército, lo acepte o no lo acepte la familia de mi mujer, porque, de acuerdo con lo que se está proponiendo como parte de la nueva Constitución,  ya no será obligado ser noble para ir ascendiendo a oficial medio o superior... Y ningún negocio da más dinero que la guerra, si uno consigue un buen puesto de mando.-

-¿Habrá peligro, entonces, de una guerra entre la Francia y el Reino de Cerdeña, que pudiese afectar a Niza?- Se preocupó Gaspare.

- La verdad es que lo hay, y además contra el Austria... pero no debes temerla. Incluso nos convendría mucho. Yo soy tu protector y el de nuestras mercancías. Y tengo puesto un pie en los dos lados de la frontera. Confía en mí. Te juro que te avisaré a tiempo, por mis hombres, de lo que te convenga hacer.-


CONTINÚA MAÑANA.


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