segunda-feira, 12 de julho de 2021

35- EL INCORRUPTIBLE

-Los jacobinos pudieron triunfar - contaba Masetti a los Sitge- porque usaron como carne de cañón para hacer el trabajo más sucio a las turbas de sans-culottes, muy soliviantadas en medio de una situación de acuciante crisis económica y altos impuestos sobre lo básico, donde las mujeres azuzaban a sus compañeros y familiares a intentar acabar a la desesperada con las causas de aquella insoportable carestía de la vida, que continuaba, a pesar de todos los cambios legales y de todos los levantamientos populares. Ellas bien sabían lo que costaba el pan y las dificultades para sacar adelante a sus familias.

 En otros medios más acomodados, es decir, en el seno de la alta burguesía, las mujeres de esta clase se preocuparon más por reivindicaciones de tipo político e ideológico.-

-Por fin nos va usted a hablar de las mujeres destacadas de la Revolución.-Celebró Sofía.

Masetti no podía contarle que, lo que sabía de ellas, le había llegado por la boca de su prostituta favorita de Marsella, pero se lo explicó como si se hubiese informado leyéndolo en periódicos y libros. 

En aquel siniestro tiempo del Terror, Gaspare Masetti se acostaba dos o tres veces a la semana con Brigitte Dumas, que había sido una burguesa culta, pero que ahora, con su familia descabezada y arruinada por la Revolución, no tenía más remedio que ejercer la prostitución para sobrevivir, como tantas. Gaspare se excitaba muchísimo conversando con Brigitte sobre las reivindicaciones de derechos de las mujeres, mientras ella satisfacía, a cambio de su dinero, todos sus requerimientos eróticos.

Ella le contaba, mientras trabajaba su placer, como las mujeres encontraron algunos aliados en destacados filósofos dedicados a la política, tales como el brillante Nicolás de Condorcet quien, entre otras reivindicaciones liberales, luchó para que fueran consideradas ciudadanas.   

Pero nada consiguió. Los revolucionarios franceses estaban dispuestos a agradecer los servicios prestados a la causa protagonizados por las mujeres, y las adularon y manipularon para extender su resentimiento, su miedo y su ira, de manera que sirviera para ayudarles a trepar al poder totalitario, pero otra cosa muy distinta era que reconociesen, después, sus derechos políticos. El sabio Condorcet  tuvo que esconderse cuando cayeron los girondinos, a causa de que había criticado la nueva constitución propuesta por los jacobinos en 1793, por lo que le acusaron de traidor. Fue descubierto, lo detuvieron y murió en la cárcel, seguramente envenenado.

-Olympe de Gouges- contaba Gaspare para Sofía, sin citar la fuente, lo que le relatara en su lecho de Marsella su erótica Sherezade-, prolífica escritora, bella dama burguesa de las que brillaban por su inteligencia en los salones ilustrados de la monarquía, escribió y representó una obra de teatro y luego un libro, apoyando la abolición de la esclavitud de los negros en las colonias francesas, a pesar de recibir toda clase de ataques y coacciones del grupo de altoburgueses que se había enriquecido con la esclavitud, y que siguió siendo bien influyente después de la revolución. Los principales dirigentes girondinos también eran abolicionistas y la apreciaban mucho.

Tras aquellas primeras luchas sociales que no consiguieron callarla, Olympe había osado redactar, en 1791, dos años después de iniciada la Revolución, la "Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana", en respuesta a la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, reivindicando la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer.- 

A Sofía le brillaban los ojos de orgullo y placer, escuchando aquello. Masetti continuó deleitándola:

-Algunas mujeres liberales influyentes hasta llegaron a fundar clubes políticos, como la Sociedad de Mujeres Militantes Republicanas Revolucionarias, para apoyar avances legales. La gran ley de septiembre de 1792 había sido vanguardista en ese sentido; versaba sobre el estado civil y el divorcio por incompatibilidad de carácter, por consentimiento mutuo o por motivos claros que lo justificasen. El matrimonio ya no era más un final en sí mismo. Aparecía justo como un medio de acceder a la felicidad individual y, si ya no conseguía ser factor de felicidad, perdía su sentido y podía ser anulado.-

 -Enorme avance, desde luego.- Apreció Sofía. -Nosotras, por aquí, ni podemos pensar en eso.-

-Las mujeres eran, a partir de ahora -siguió él-, libres de casarse o no, y de desposar a quienes deseasen. Aquellas leyes libertarias sobre el estado civil y el divorcio trataban en igualdad a ambos esposos. La mujer casada era librada así de la tutela obligada de su marido.-


Pero, tras aquella apertura liberal del primer gobierno girondino, vino el golpe de estado jacobino, y la Comuna Insurrecta de París impuso una Segunda Convención totalitaria, que acabase drásticamente con la cuestión centralismo/federalismo de los liberales, dado que el problema actual que les parecía más candente giraba alrededor de la muy conflictiva situación sociopolítica y militar, ante las cuales no se podían tolerar separatismos regionales ni disensión alguna contra el poder unificado. 

 En ese momento, todas aquellas tensiones juntas configuraron una inmensa tempestad. Los sans-culottes ocuparon la Convención y demandaron el arresto de cuantos aún fuesen sospechosos de ser opositores a la revolución y la creación de un nuevo ejército revolucionario. La Convención adoptó la Ley de Sospechosos, que permitía masivas detenciones, por la sola sospecha de alguien ser un enemigo de la revolución. La presunción de inocencia se acabó, el tribunal revolucionario se volvió una farsa dirigida por asesinos fanatizados, que usaban de forma sistemática el miedo de la población para mandar sin disidencias. El Terror imperó.


Durante ese tiempo en el que lo más prudente era ni salir a la calle, Masetti gastó mucho dinero suyo para que Brigitte  viniese a la fábrica de aguardientes con más frecuencia que el gozoso día en que Massena pagaba. Parecía que el miedo a la muerte hacía aumentar el deseo de refugiarse dentro del cuerpo de otro, y el ansia del relax sensual que ayudaba a dejar de pensar.


En cuanto ella llegaba, Gaspare la hacía probar los últimos licores que había creado para excitarla y soltarle la imaginación, y tiraba del tema de la lucha de las mujeres desde el momento en que comenzaba a desnudarla. Adoraba penetrar en ella cuando más llena estaba de fervor revolucionario y no la dejaba, en ese momento, que parase de hablar de historia y política, mientras ambos ofegaban y gemían.

 Su orgasmo más memorable coincidió cuando la bella estaba recordando con entusiasmo como la lucha organizada de las mujeres había tenido sus mejores frutos en el verano de 1793, cuando la mayoría girondina de aquel tiempo propuso la igualdad política en las secciones, asambleas y sociedades populares.  En el proyecto liberal de código civil de aquel año, la madre iba a  conseguir la misma autoridad parental que el padre.

Gaspare había entregado con entusiasmo y a borbotones toda su "autoridad parental" a su amante mercenaria, felicitándola por recibirla tan bien, antes de derramarse en ella.

- …Pero los girondinos cayeron, y sus propuestas de ley se encarpetaron. En la vorágine revolucionaria, y creyendo que vivían aún en medio de una democracia de libre expresión- seguía contándole Brigitte, mientras limpiaba su cuerpo tras el placer -, Olympe de Gouges se enfrentó dialécticamente a Robespierre, defendiendo a los girondinos encarcelados y avisando del riesgo de una dictadura. Lo que le llevó a ser acusada de intrigas sediciosas en favor de los liberales caídos. Fue juzgada por la Inquisición Ideológica Totalitaria contra la que había avisado, condenada a muerte y guillotinada.- 

Mientras Brigitte relataba aquello, Gaspare se imaginaba a Olimpia de Gouges, mujer culta y fina como ella, y valiente, desnuda y despeinada como ella, tumbada en la tabla de la guillotina. Aquella imaginación le pareció tan morbosa que tuvo que expulsarla de su mente, para no sentirse un monstruo. 

-"Cosas de la líbido, hay una relación oscura y estrecha en ella, entre la vida y la muerte".- Se dijo, para disculparse,-"Tal vez en épocas muy primitivas del buen salvaje, el macho, además de perseguir y gozar a la hembra, tenía ganas de comérsela".-

-…Cuando la dictadura jacobina imperó, desde finales de septiembre de 1793- seguía contando Brigitte, mientras comenzaba a vestirse su ropa interior-, se prohibieron los clubes femeninos. La mujer debía regresar al hogar y dejar la plaza pública, los salones donde se discutía de política y el entorno de los lugares donde se tomaban oficialmente las decisiones políticas. Yo participaba en uno de ellos y tenía una verdadera vocación de luchadora social, igual que mi marido, un  liberal de los más auténticos. Pero los jacobinos lo detuvieron, le hicieron una farsa de juicio y lo guillotinaron, y también nos arrebataron después cuanto poseíamos.-

Tras la eliminación de girondinos, hebertistas y dantonistas, el Comité de Salvación Pública, en el que el inquisidor más prominente era el jacobino Maximilien Robespierre, afianzó su dictadura y pareció que la unidad del gobierno revolucionario quedaba salvaguardada bajo su mando total.​ 

Pero pronto se produjo una profunda división entre sus secuaces, a causa de la "Celebración de la fiesta del Ser Supremo" del 20 de pradial (8 de junio 1794) promovida por Robespierre, que debió pensar que ningún sistema se podía  legitimar si no se basaba en algo más que en la soberbia humana. Aquella nueva mascarada, después de la de la entronización de la Diosa Razón, por medio de una actriz, en el altar de Notre Dame, suponía atraer la crítica feroz y la animadversión política del movimiento radical ateo, defendido por los "ultrarevolucionarios". 

 

Brigitte, que había sido muy parisina y que todavía tenía muchos contactos allí, contó a Gaspare, con su creatividad sensualmente  teatrera, como se había desarrollado la "Celebración de la fiesta del Ser Supremo” en París, ante las masas, gastándose el dinero extraído a los sufridos contribuyentes en un tremendo montaje realizado por grandes artistas, que recrearon el ámbito cósmico y simbólico del Único Ser Informe que lo Es Todo, por ser el Origen formador de todas las formas de la Vida.

 El pueblo no tenía suficiente pan, como ocurría desde bien antes de la toma de la Bastilla, pero circo, bien costoso, no le faltaba para mantenerse entretenido y sin pensar, cosa muy peligrosa, porque cuando el pueblo piensa, puede derribar gobiernos.  Para mantenerlo entretenido fue que se crearon las religiones tradicionales y sus espectaculares liturgias y autos de fe, como excelentes cortinas de humo para glorificar a los monarcas y para ocultar sus manejos en la sombra y los escándalos de los validos y los políticos corruptos.

 La Revolución era contracultural y quería apagar y sustituir toda la memoria histórica de las tradiciones del Antiguo Régimen, así que tenía que inventar una nueva cultura cívica unificadora y hasta una nueva religión que fuese la Religión del Estado, en la que el Jefe del Estado y del gobierno casi apareciese como un enviado providencial de Dios, hasta confundirse con Dios mismo, tal como habían hecho los césares romanos y su senado de aduladores, ya que la antigua Roma inspiraba el estilo republicano.

 En la celebración, Robespierre, como presidente de la Convención, marchó solo en cabeza del desfile, vestido con una toga, como si fuese el sumo sacerdote y profeta del nuevo dios inventado.“El Incorruptible", como le gustaba que sus palmeros lo llamasen, modelo vivo de la virtud cívica y republicana, quería mostrarse como la encarnación mesiánica de la supremacía moral de los progresistas.

 Repugnante. La fiesta del Ser Supremo encolerizó a los supervivientes de los antiguos hebertistas de la extrema izquierda, primero usados por los jacobinos para hacer el trabajo más sucio, y luego guillotinados en sus lideranzas. Las bases resentidas lo consideraron un claro síntoma de regresión al antiguo orden, clericalismo fariseo de nuevo orden incluido, con estética romana.

La división se ahondó a propósito de la Ley del 22 de pradial que simplificaba aún más los procedimientos judiciales del Terror, porque los miembros del Comité de Seguridad General, que era el órgano inquisitorial que se ocupaba de las detenciones, ni siquiera fueron consultados. Los totalitarios, que ya hacía tiempo que habían acabado con la división de poderes propia de la democracia real, querían ahora dominar de forma absoluta la policía.


El período llamado "El Terror", que había empezado el 17 de septiembre de 1793, cuando la Convención votó a favor de drásticas medidas para reprimir las actividades contrarrevolucionarias, habría de durar hasta la primavera del año siguiente. Tan sólo en el mes anterior a su final, hubo mil trescientas ejecuciones, pero la mayor parte de ellas fueron precisamente de los propios jacobinos en competencia entre sí, y sus seguidores. Los políticos revolucionarios izquierdistas se devoraban por el poder.

 -"El terror no es más que la justicia rápida, severa e inflexible"-, decía Robespierre para justificar la necesidad de tanta sangre.

Los periódicos se convirtieron en puros panfletos exaltados y sólo contaban lo que sus dueños permitían contar, según a quien sirviesen, pero Tomasso Conti, el ahijado de Massena, siempre muy bien informado y bastante imparcial, contó que se sitió Lyon por un ejército revolucionario cinco veces mayor que el contrarrevolucionario, y luego se bombardeó intensamente. Tomasso había oído  que el mariscal vencedor, el famoso François Christophe Kellermann, se negó a cumplir la orden de arrasar la segunda ciudad de Francia, por haberse atrevido a rebelarse, aunque sí desmaltelaron sus murallas.

 

Tomasso Conti había llegado a la fábrica con buenos vinos para celebrar juntos que los periódicos  honraban la primera victoria personal de su padrino Andrea en Saorgio, en agosto de 1794, un enfrentamiento de poca trascendencia estratégica pero que fue una de las pocas batallas ganadas por las tropas francesas desde dos años antes. Había afrancesado su nombre y ahora se le conocía como André Masséna.

En mitad del verano, Gaspare  tuvo la alegría de leer la noticia del primer éxito importante de su patrón y héroe, conseguido en la Batalla de Lonato, contra los ejércitos austríacos de Peter Quasdanovich. 


CONTINÚA MAÑANA

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