quinta-feira, 8 de julho de 2021

25 - EL ABUELO SIXTO

-Sí, mi abuelo fue mi ídolo y mi maestro- seguía contando Gaspare a la familia de Sofía- Don Sixto (toda la familia lo trataba de don por sabio, aunque ni fuese siquiera hidalgo) siempre tenía una historia que contar, porque había pasado una gran parte de su juventud recorriendo Italia toda, hasta la raya francesa, y el Austria, incluso por las regiones cristianas del otro lado del Adriático en frontera con el turco. 

Viajaba en un carro de caballos donde llevaba cualquier cosa que se pudiese vender por los pueblos, pero su mercancía mejor demandada eran los aguardientes y licores que él mismo elaboraba, en los que nunca faltaba una buena maceración de flores de cáñamo.

El abuelo don Sixto, al que las personas de fuera de la familia llamaban, no por el don, sino por su sobrenombre comercial: "Boloña", era muy simpático, muy generoso y muy poco convencional. Estaba ya muy viejo y no viajaba más, pero seguía dedicándose a la alquimia de los licores, ayudado por un muchacho mudo, pero que parecía prestar total atención a las historias de don Sixto, quien no paraba de hablar y gesticular mientras trabajaba con él. 

El abuelo decía que un día conseguiría licores "Que diesen bravura a los soldados, que aliviasen el dolor de los heridos, que permitiesen viajar al pasado y hasta contemplar el cielo."

A mí me encantaba juntarme a ellos y escuchar al abuelo, mientras ejecutaba las pequeñas labores que él me iba enseñando y demandando. 

Después yo le repetía a mi madre las mismas historias, a mi manera, mientras  Marcilia Zucconi hilaba o tejía, y a la mamma parecían gustarle tanto que, poco a poco, por agradarla, fui aprendiendo a ser tan buen narrador como mi abuelo. Al mismo tiempo me abría como un cáliz a cuanto don Sixto me quisiera transmitir de sus historias y de su arte de elaboración de grappas y licores.

A los 16 años, yo ya estaba siguiendo los pasos del viejo Boloña: Conseguí dos caballos, un buen perro guardián y un carro, lo llen con los textiles de mi madre y de muestras variadas de los aguardientes y licores de don Sixto, que había ayudado a elaborar.-

-Mejor no vayas al sur ni al este -aconsejó el abuelo-. Nápoles ya es el pasado y el Austria es el presente del pasado. Yo me iría hacia el oeste, y conocería la Francia, si pudiese. En mis tiempos me acerqué mucho, pero me tocó guerra, y no pude entrar. Francia es un país espléndido, con mucho para aprender: la modernidad social, la moda, el lujo, las luces, la libertad del pensamiento y la guía del futuro al que todos llegaremos algún día, creo yo. Nunca pares de aprender y de descubrir.-

-Iré hacia el oeste, abuelo- dijo Gaspare-. Seguro.

-Ya no nos vamos a volver a ver, querido, y eso es bueno para ti. No hagas como yo hice, no vuelvas a tu lugar natal, no mires atrás, crea un mundo nuevo para ti y vive en él. Vive en lo nuevo, vive aprendiendo y creando lo nuevo, renuévate cada nuevo mes, y te mantendrás siempre joven. Volver atrás o creer que uno ya sabe suficiente, es hacerse viejo para siempre.-

-Pues claro que nos volveremos a ver... -Empezó a decir Gaspare. Pero don Sixto lo cortó.

-No, a mí no me verás, yo ya viví todo lo que quise vivir, me reproduje, hijos, nietos, y estoy en camino de otra parte, o mi cuerpo gastado es el que se va. Mi espíritu se queda contigo y participará en ti de tus aventuras, querido, tú estás lleno de él, y aún lo mejorarás. Ojalá encuentres a una buena compañera y tengáis un hijo en el que continúe mejorando esta construcción de todo nuestro linaje.

Tú serás próspero, aunque al principio tengas que servir a alguien con posibles que te enseñe cómo serlo. Cuando te sobre algún dinero, ayuda a tus padres y a tus hermanos, tal como ellos te ayudaron a ti hasta ahora. Eso es ley de vida que los bien nacidos siguen. Escríbeles, cuéntales de ti, interésate por ellos, mándales amor. Pero no vuelvas a seguir viviendo en esta pequeñez  que escogieron y que a ellos les llega.

La otra ley es no hacer a otros lo que no te gustaría que te hiciesen. Ya la conoces de sobra. Esas dos son leyes naturales además de cristianas, es decir, que toda naturaleza sana y sensata las reconoce fácilmente. Y no hay más leyes importantes.

Ten bien presente que el sentido de tu vida no existe, sino que es algo que tú mismo tienes que crear, con libertad y con buen arte, tal como se crea un licor excelente, para que te de fuerza y placer y hasta para que de fuerza y placer a todos cuantos quieran beberlo a tu alrededor.

Haz cuanto puedas para llegar a los cuarenta años siendo sólo tú tu propio señor en todo, mi nieto. Y que la Vida te bendiga. Yo no sé si Dios existe tal como nos lo contaron, nadie sabe lo que es Dios ni mucho menos se puede probar si existe o no existe, pero yo sé que La Vida existe. Y tú. Todos lo sabemos.

...Y también entendemos, de forma natural,  que ella apoya a aquellos de sus hijos que se apoyan, que la prolongan y la mejoran. Que siempre vivas y trabajes en favor de la vida, y nunca en favor de la muerte, como llegan a hacer los desgraciados más desorientados.-


CONTINÚA MAÑANA

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