-No sé casi nada sobre el negocio de las finanzas, don
Xosué. Me gustaría enterarme un poco. -Dijo Masetti, la próxima vez que se
encontró con el señor Quinteiro en la biblioteca Marcó.
-Amigo Gaspar -explicó su amigo-: Con lo joven que usted
es, ya se muestra muy bueno para elaborar un producto de calidad y producirlo,
pero, con la edad, yo aprendí, trabajando con mi patrón, que la maestría en el mundo de los negocios,
no consiste en hacer un buen producto, sino en ser capaz de vender con buena
ganancia, sin importar para nada la clase de producto que está uno vendiendo.-
-Le explicaré, si usted quiere.- Dijo ante el gesto de
extrañeza de Masetti.-...Desde que ha habido comercio se hizo necesario
negociar préstamos. Los regentes de Mesopotamia, Fenicia, Asiria y Babilonia ya
hacían préstamos de granos y otros productos a los agricultores y negociantes
que transportaban bienes entre las ciudades más antiguas desde aproximadamente Dos mil años antes de Cristo.
Posteriormente, en la Antigua Grecia y durante el
Imperio Romano, los prestamistas hacían empréstitos sin restricciones,
aceptaban depósitos y cambiaban dinero. Los mercaderes de la Ruta de la Seda
contaban que lo mismo se hacía en la Antigua China y la India.
El negocio de las finanzas, Gaspar, comenzó a
distinguirse cuando los grandes comerciantes se dieron cuenta de que daba mucho
más ganancia y menos trabajo comerciar con el dinero mismo, que con cualquier
otro producto que después había que cambiar por dinero. ¿Ahora entiende?-
-Entiendo. -Dijo Masetti.-
-El negocio del prestamista se esfuma cuando el acreedor
le devuelve el dinero. Lo interesante es mantenerle atado mucho tiempo, hacer que se endeude más y que pague buenos intereses entre tanto ¿Está claro, verdad?-
-Muy claro.-
-Durante toda la primera Edad Media -siguió el
bibliotecario-, la Iglesia veía que ser un deudor era ser un esclavizado y
tenía la usura por un pecado grave, por tanto, los cristianos no podían hacer
préstamos por interés...
Lo que permitió a
Papas, cardenales y obispos convertirse en los controladores de la distribución
fraternal de bienes entre cristianos.
Lo cual generaba clientelismo y deuda perenne de los
estómagos agradecidos. Enorme poder donde los haya, y disfrazado de
caridad.
Naturalmente los grandes consumidores de dinero, los
reyes, buscaron alguna manera de no depender económicamente de la Iglesia y, de
la misma manera que protegieron los burgos libres y el desarrollo de la
burguesía comercial y manufacturera en ellos, para no depender tanto de los
nobles, también acogieron bajo su protección directa en las juderías de los
burgos, villafrancas o ciudades libres a los judíos, cuya religión no les
velaba el oficio de prestamistas.
Realmente, lo que significa la palabra
"burgués" es "hombre libre que vive en un burgo, en una ciudad
con sus propios fueros". Nadie tiene verdadera libertad sin poder
desplazarse libremente, ganar dinero con su trabajo o ingenio y tener
propiedades propias que puedan transmitir a los suyos, aunque estén obligados a
pagar su tributo o soborno a los poderosos que los protegen, bien de otros
poderosos, bien del poder del propio protector. En el caso de los burgos,
el protector era el rey, más que los nobles.
El resto del pueblo llano, dependientes de la nobleza,
de la iglesia, o de su falta de libertad económica, eran siervos y tenían que
tributar igualmente, ya con dinero, con especies o poniendo a disposición de
sus amos sus vidas y las de los miembros de sus familias. Fue el comercio lo
que reabrió el mundo y nos rescató de la oscuridad de la Edad Media, en la que
cada persona era un vasallo, practicamente esclavo del arbitrio de su señor
feudal, ya fuese un gran cacique o un caciquillo, de cuyos dominios no podía
salir sin su permiso.
Y siempre es mejor, si tienes que depender de alguien,
depender del mandamás mayor que de los jefecillos intermedios, amigo Gaspar-
dijo don Xosué.- Le he seleccioado esto libros,que tratan bien del tema.
-¿Y la banca? -Preguntó Masetti, ojeándolos.
-La banca, tal como la conocemos hoy, tuvo sus inicios
en las ricas ciudades del norte de Italia, el culto país de usted, Gaspar.
Seguro que usted ya sabe como se convirtieron en emporios comerciales Florencia, Venecia y Génova, a finales del
periodo medieval y principios del Renacimiento. Las familias Bardi y Peruzzi
dominaron la banca en la Florencia del siglo XIV y establecieron sucursales en
muchas otras partes de Europa.-
-…Los Médicis…- Apuntó Masetti.
-Eso es, quizás el banco italiano más famoso fue el
Médici, fundado por Juan de Médici, aunque el verdadero poder financiero que
había detrás de los Médicis, o incluso de los banqueros genoveses, era el de la
oligarquía veneciana o el de los gigantescos depósitos de dinero acumulado por
el Papado, que los usaba de fachada, porque no le quedaba bien actuar
directamente como prestamista... este libro lo cuenta bien.
El desarrollo de la banca se propagó del norte de Italia
a toda Europa y, cuando Venecia y Génova declinaron tras la conquista de
Constantinopla por los turcos y por el desarrollo de la navegación y comercio
transoceánico en navíos portugueses y españoles. En ese momento, las grandes familias venecianas y
genovesas de prestamistas, migraron del Mediterráneo a los Países Bajos y desarrollaron varias
innovaciones importantes en Ámsterdam y Amberes en el siglo XVI, así como, a
continuación, en la City de Londres, ya en el siglo XVII.-
CONTINÚA MAÑANA
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