domingo, 4 de julho de 2021

13 - EMERGENCIA

 Pocos días después de aquella conversación, en agosto del año 1800, llegaron noticias a Vigo de que su Graciosa Majestad, el rey británico Jorge III, había ordenado destruir, en un ataque por sorpresa, el Arsenal militar y naval del Ferrol, en el norte de Galicia, y todos sus buques. Afortunadamente, las fuerzas armadas y las milicias de la villa les plantaron tan férrea resistencia, que los jefes de los atacantes decidieron desistir y ordenaron a sus castigadas tropas de desembarco retirarse a los buques. Ferrol se salvó y celebró la victoria. Pero ahora era Vigo quien estaba en peligro.

Después de conferenciar con las autoridades locales, Buenaventura Marcó convocó a sus principales colaboradores a una reunión de emergencia a la que también fue invitado Gaspare Masetti. Allí les comunicó que se le había asignado defender las playas de Bouzas y Alcabre, y quería saber si podía contar con ellos, con sus hombres y con sus recursos, bajo su mando sectorial.

Para comenzar a organizarse, envió a su hijo con seis conductores de carros a evacuar, ya, a los civiles de Bouzas, con sus bienes más preciosos y alimentos, hacia el interior, y también contó a todos como fue que el Arsenal del Ferrol se había salvado.

Se calculaba que la flota de invasión estaba compuesta por más de cien barcos y trece mil hombres al mando del contralmirante John Borlase Warren, una fuerza imponente. Por la parte española, el mariscal de campo Vicente María de Quesada, conde de Donadío, comandante de la flota estacionada, y el teniente general de la Armada, Juan Joaquín Moreno, tuvieron apenas tiempo para organizar la estrategia de defensa de la Villa y Arsenal de Ferrol, mas con la suerte de que contaban con un plan detallado para eso, elaborado hacía tres años por la Real Armada, en previsión de una posible invasión, ya que España llevaba en guerra contra Gran Bretaña desde cuatro años antes.

Una vez avistados los barcos enemigos el 25 de agosto, se dispuso de inmediato el desembarco de fuerzas de la flota estacionada, para tomar posiciones, formar una línea de fortaleza con los buques de guerra surtos en la ría ferrolana -desde Punta del Martillo a Punta Promontorio-, y situar varias lanchas cañoneras en la bocana de la ría, para impedir una posible entrada de la escuadra británica y para contribuir también a la defensa de los castillos de San Felipe y La Palma.

Durante dos intensas jornadas, las fuerzas de la Armada y del Ejército, más las milicias paisanas del pueblo del Ferrol, con destacable valor, sacrificio y entrega, supieron combatir y rechazar al invasor.

En el siguiente día, diez lanchas cañoneras hicieron frente a las tropas británicas que habían conseguido llegar por tierra hasta las cercanías del castillo de San Felipe, forzándolos a replegarse.

Poco después, tras diversas acciones en los montes de Brión y Balón, el general inglés de desembarco, sir James Pulteney Murray, a quien seguro el Almirantazgo había pedido un golpe de mano rápido sin arriesgar muchas bajas, decidió retirar sus tropas para reembarcarlas en la playa de Doniños, al día siguiente.

Buenaventura comunicó a todos que, a falta de un plan preventivo de defensa cómo el del Ferrol, el Alto Mando había decidido, en principio, imitarlo.

Sólo que no se podía defender la amplísima boca sur de la ría viguesa ante una escuadra tan poderosa y numerosa. Así que lo que cumplía era que cerrasen la mitad interior de la bahía, con todas las embarcaciones armadas que tenían, trazando un arco entre Cangas y Vigo, y fortificar con las unidades militares los castillos y la muralla, además de atrincherar a los voluntarios del pueblo en las playas próximas a la villa, para mostrar al enemigo que, de intentar desembarcar, hallaría una fuerte resistencia inicial, en tanto que se daba tiempo a que fuesen llegado refuerzos del interior.

-Por los prisioneros tomados en Ferrol, sabemos que no sólo nos superan catorce veces en gente armada, además nos enfrentamos a unidades prestigiosas del ejército profesional inglés.- Colocó el señor Marcó la verdad sobre la mesa.- Con realismo, sólo podemos aspirar a resistir cuanto podamos y a hacerles creer que somos muchos más que los que somos, y que lo tendrán duro si desembarcan.-

Por la mañana temprano, los vecinos de Vigo pudieron observar a simple vista como las Islas Cíes fueron rodeadas por todas partes de un mundo de velas inglesas. Un par de embarcaciones habían logrado salir, poco antes, evacuando a las pocas familias españolas que vivían en ellas. Dijeron que habían contado hasta 125 barcos, entre buques de guerra y de transporte, con lo que se calcularon unos quince mil hombres a bordo, que ya deberían estar reabasteciéndose de agua y reparando daños en las islas.

Masetti se puso incondicionalmente a las órdenes de don Buenaventura, como todos los presentes en la reunión de emergencia y el Señor Marcó, después de repartir órdenes a los capitanes corsarios y a los jefes de las milicias de voluntarios, le encargó a él que fuese a Bouzas, con los carros de caballos que pudiera conseguir, a ayudar a su hijo Ramón Genaro a evacuar a los vecinos, al mismo tiempo que estudiaban los puntos más adecuados para establecer trincheras y emplazar nidos de cañones.

Gaspare cerró su nave, envió a todos sus trabajadores a que pusiesen rápidamente en salvo a sus familias y les encargó que todos los que quisieran contribuir a la defensa se juntaran, lo antes posible, en la playa más próxima a la puerta de la Gamboa, con los carros disponibles. Enseguida se dirigió a la casa de Sofía Sitge.


CONTINÚA MAÑANA

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