segunda-feira, 28 de junho de 2021

10 - EL GRAN DESORDEN

-...Amigo Gaspar todo lo que yo puedo contarle, así, tomando un café, son apenas pinceladitas de la historia local de Galicia, que está inserta dentro de dos milenios de la historia general de las Españas, o sea, de una gran comunidad intercontinental y global con una cultura fundamental común. Así que espero que, simplemente, le sirva de guía para después documentarse sobre los detalles y personajes de destaque, si usted quiere, para lo cuál ya sabe que tiene a su disposición la biblioteca Marcó.-

-Entiendo, entiendo, don Xosué. Me permita una pregunta... ¿Puede decirse que la Edad Media comienza con la deposición del último emperador romano?-

-Puede, sí... romano de Occidente, naturalmente. Fue en el año 476 de nuestra era. Continuaron gobernando emperadores romanos mil años más en Oriente, en Bizancio, usted ya lo sabe.

Sin embargo, como lo que yo le estoy contando está centrado en Galicia, usted tiene que comprender que el sustrato basal de nuestro pueblo continuó siendo hispanoromano durante casi toda la primera mitad de la Edad Media, llamada Alta, desde el siglo quinto al siglo octavo. Coincide con el hecho de que, hasta esa época, seguía usándose el latín vulgar como lengua peninsular.

-¿Continuó...? No se llenó esta tierra de bárbaros germánicos primero y de árabes después?-

-Continuó en el basal, en la base mayoritaria del pueblo, a pesar de cambios terribles en la superficie y en las elites. Usted ya debe tener claro, aunque no esté bien decirlo, que todo estado, todo reino, o imperio, o megaestado, está dirigido por una cúpula de bandidos disfrazados de nobles, los cuales, como disponen del predominio del poder coactivo, explotan cuanto pueden a las capas basales de los pueblos que dominan o de los pueblos que conquistan. Esas capas basales de la población son siempre las que producen, mantienen y reproducen la riqueza común... ¿Capisci, Gaspare? ¿Entendió esto?-

-Capisco, sí.- Respondió él. Doña Teresa continuaba bordando, mas, de cuando en cuando, lo miraba un momento a los ojos.

-Los guerreros, o políticos, o altos clérigos, o nobles, los lobos o águilas que conforman la cúpula de los estados, ejercen el trabajo más lucrativo que hay: arrebatar todo el producto o parte de él a los productores, al rebaño de contribuyentes, con el pretexto de administrar el progreso, el orden y la paz común. ¿Capisci, Gaspare?-

-Capisco, don Xosué. Entiendo que quiere decir que la base del pueblo hispanoromano de la Gallaecia continuó siendo igual de explotada por los caudillos bárbaros que cuándo había sido explotada por los patricios romanos. Sólo mudaron de amos.-

-Usted entendió porque sabe, mi amigo, mas, ojo, hay bandidos y bandidos. O sea, hay todo tipo de amos. Por donde pasaba el caballo de Atila, o de Gengis Khan, o los vikingos, no volvía a crecer la hierba. Saqueaban, y la gallina de los huevos de oro quedaba muerta en el suelo. Ese es el peor tipo de bandido, o estado, o imperio.

-En sus momentos de mayor gloria, los romanos no eran tan bestias, no mataban a la gallina. Decretaban cuántos huevos querían dentro de un plazo marcado, más de la mitad de los huevos, y la dejaban vivir en cuanto los entregara con puntualidad. Incluso podían devolverte un huevo, si veían que estabas pasando hambre, o darte refugio temporalmente, si una partida de bárbaros o bandoleros incendiara tu casa, para que vieras que eran buenos señores y que te convenía complacerlos y arrimarte a su sombra, para tu mejor protección. Clientelismo.-

-Sí, conozco eso.- Respondió Masetti- Toda mi vida tuve que pagar tributos periódicos a los poderosos para que me dejaran, simplemente, producir y vivir con un mínimo de orden y paz.-

-El problema fue que, para la segunda mitad del siglo quinto de la nuestra era, Gaspar, el Imperio Romano ya exigía impuestos tan pesados y ya era tan insultante la acumulación de riqueza en manos de pocos, junto a la miseria general del pueblo, que toda la sociedad entró en una profunda crisis, con revueltas por toda parte, que se acentuó con las invasiones de los bárbaros, de los extranjeros, que, al inicio, apenas eran migrantes no agresivos que buscaban un mejor vivir, o un refugio, dentro de aquella esplendorosa civilización, fuerte y segura.

-Preste atención, Gaspar, porque éstas son cadenas de ciclos que se repiten periódicamente a lo largo de la historia -pidió el señor Quinteiro-: Ante la disminución progresiva y la ruptura de la corrupta autoridad del Estado, por la desaparición de las clases medias contribuyentes, a causa de la imposibilidad de seguir consiguiendo esclavos o mano de obra barata, y en medio de las invasiones y de los abusos de los migrantes, un gran número de campesinos intentó escapar a la inaguantable fiscalidad imperial y a la dependencia como siervos forzosos de los grandes propietarios, que era lo único que se les ofrecía cómo alternativa de sobrevivencia.

Así que abandonaron los cultivos y se dedicaron al pillaje y al saqueo, contra un sistema injusto, opresivo y débil, que ya no les protegía ni era capaz de garantizar el orden y el cumplimiento de las leyes. Eso acontece siempre que el estado pierde la "autoritas". Esto es, cuando el bandido más poderoso deja de ser útil, porque perdió su poder coactivo sobre el resto de los bandidos.

Los revoltosos conformaron un movimiento anárquico y fueron llamados "bagaudas" en la Galia y en la Hispania. A veces los jefes bárbaros se les ofrecían cómo protectores o como refuerzo, y se unían a ellos contra las ciudades o milicias que les plantaban resistencia. O bien, iban contra ellos, si el adversario pagaba mejor.

-¿Qué bárbaros entraron en Galicia?- Preguntó el italiano.

-Entraron los suevos, procedentes de las orillas del mar Báltico, emparentados con los anglos y los sajones. Ellos se organizaron bien en las tierras menos codiciadas, constituyendo un reino en el año 409, que abarcaba la antigua Gallaecia romana, con capital en Braga, llegando por el sur hasta el río Duero y Oporto.

El Reino Suevo fue, en Europa, el primer reino independiente proclamado en territorios que habían pertenecido a Roma, que los aceptó cómo federados y les concedió la ciudadanía. Nunca habían pasado de cuarenta mil, mas consiguieron mantener mas o menos sometida y tributaria a una población de setecientos mil hispanoromanos de mucha mayor cultura que ellos, a cambio de su protección contra otros bárbaros, contra los bagaudas sin ley ...o para que pudieran preservarse de los suevos mismos.

Desde la Gallaecia, aprovechando que otros germanos procedentes de Escandinavia, los visigodos, habían vencido a los alanos y obligaron a los vándalos a trasladarse de Andalucía al norte de África, los guerreros suevos sometían a pillaxe a las ciudades hispanoromanas de toda la mitad occidental y el sur de la Península Ibérica. Hasta que, finalmente, los visigodos, federados con los romanos de Oriente e impulsados por ellos, acabaron por vencerlos en el 585, y convirtieron el reino suevo, que había durado 170 años, en una dependencia del Reino Visigodo de Toledo. Tanto los suevos como los godos hablaban el mismo latín vulgar que los nativos hispanos.-

-¿No fue el Reino Godo de Toledo el primer reino propiamente español? -Preguntó Masetti.-

-Por lo menos de inicio no, porque no quiseron integrarse con la mayoría del pueblo hispanoromano, más civilizado que ellos. Sólo eran una nueva elite militar bruta, abusona y parásita, igual que los suevos. Había unos tres o cuatro godos por cada cien hispanoromanos. Eran cristianos oficialmente, pero arrianos, o sea, que consideraban a Dios más importante que a Cristo, y no lo mismo. Tuvieron muchos reyes, porque duraban poco. Como se sucedían en el trono por elección de su cúpula, pasaban el tiempo asesinándose entre ellos. 

Sólo al final, en el 589, hicieron un esfuerzo por integrarse con la mayoría, aceptaron el catolicismo, la religión de los hispanoromanos, y permitieron los matrimonios mixtos con aquellos romanos decadentes, a los que antes despreciaban. 57 años antes de su debacle, habían proclamado una misma ley para godos y nativos, que, hasta entonces se regían, cada uno, por sus propias normas. La semilla de nuestro pueblo estaba ahí y sólo precisaba desarrollarse.

Era un sistema prefeudal. Colonos de los señores, en lugar de esclavos. A falta de Roma, el pueblo acabaría por aceptarlos, un orden firme es mejor que la anarquía. Con ella y con un poco de paz, un pueblo civilizado puede progresar trabajando y produciendo, a pesar de sus dirigentes.

Pero no tuvieron tiempo. Su antepenúltimo rey quería saltarse el peligroso sistema de entronización por elección, y que le sucediera su hijo, asi que lo hizo su corregente en el 694, colocándolo en la dirección del reino suevo asociado. El hijo se llamaba Witiza y tenía su capital en Tuy, ciudad bien próxima a la actual Vigo.

Cuando su padre murió, Witiza lo sucedió, pero él también murió joven, de forma violenta. Entonces Rodrigo dio un golpe de estado y fue elegido rey. Fue dicho que se perdió España contra la invasión de árabes y bereberes, en 711, porque, cuando Rodrigo estaba ganando la batalla, los hijos de Witiza, más el tío de ellos, el obispo Oppas, se pasaron con sus tropas al enemigo. Los traidores, que sólo pensaron en su revancha y en su poder personal y no en su comunidad, no fueron respetados.-


CONTINÚA MAÑANA.

 

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