segunda-feira, 21 de junho de 2021

6 - ANTIGUEDADES

Masetti siguió cultivando su amistad con los dos amigos que había hecho durante la aventura de su viaje por mar hasta Vigo: el señor Quinteiro y el señor Puime, aunque este último pasaba la mayor parte de su tiempo navegando en los barcos de Buenaventura. A pesar de que que trabajaba en levantar su fábrica muchas horas, el italiano no dejaba de visitar en su tiempo libre la casa de don Xosué Quinteiro, donde también se hizo amigo de su esposa, la neogranadina Teresa Caldas, nacida en Cartagena de Indias, que era un encanto, una persona tan espontánea cómo exquisita.

Tratándola, Gaspare, aunque era bien más joven que ella, pensaba que si muchas de las mujeres de las Indias fueran como Doña Teresa, podría ser una apetecible aventura pensar en proyectarse hacia allí en el futuro, ya que le resultaba mucho más atractiva que cualquiera de las gallegas que había conocido hasta el momento en Vigo.

Además de su belleza exótica y graciosa, la criolla -palabra que designaba a los hijos de españoles nacidos en América-, era tan bien educada cómo simpática y acogedora; hablaba castellano con un acento suave y exquisitamente femenino y contaba muy buenas historias de su tierra tropical.

Vigo era un gran monte piramidal y alargado de noreste a suroeste, que se asomaba al mar desde tres niveles: en el más alto dominaba el paisaje el castillo del Castro, donde ondeaban las aspas rojas de la cruz de Borgoña del ejército español sobre fondo blanco, bandera diferente de la flamígera que resaltaba abajo, en los buques, sobre el azul del mar. En el nivel intermedio del monte estaba otro castillo, el de San Sebastián. En el nivel inferior, ya tocando las aguas de la ría, estaba el bastión de A Laxe, esto es, un fuerte de baterías sobre un gigantesco pedrón de granito.

Entre las fortalezas de A Laxe y San Sebastián se encontraba el casco viejo de la villa, resguardado por una muralla. Extramuros, extendíase sobre una playa el Berbés, el barrio de pescadores artesanales nativos al sudoeste, hasta casi Bouzas; y del lado noreste, sobre otra playa, el Arenal, el comercial e industrioso barrio de los catalanes. La nave de licores de Masetti quedaba en la playa de Guixar, entre el Arenal y Teis.

Aquella tarde, Gaspare visitaba la biblioteca de Buenaventura Marcó en el Arenal, convidado por don Xosué Quinteiro, que iba a mostrarle una sección de ella donde se contaba la historia de la villa y de sus contornos. Al parecer, toda Galicia estuvo bien poblada desde tiempos muy remotos. Pudo ver una docena de puntas de flecha talladas en cuarzo en la Edad de Piedra, que se guardaban en una vitrina transparente. Ya de cuando había comenzado la agricultura, se mostraban diversos útiles de mano en otro estante de la misma vitrina. Todo muy semejante a lo que había visto antes en Niza y en Marsella.

De aquel período, tal vez entre el 3.000 y el 1.800 antes de Cristo, el señor Quinteiro, que era el más erudito de los tres bibliotecarios, decía que se conocían unos treinta túmulos funerarios hechos de grandes piedras, situados en la cadena montañosa próxima a la villa, que el pueblo llamaba mámoas. Los nativos decían que estaban habitados por moras hechizadas y otras supersticiones de bobos, aunque era seguro que pertenecían a una época muchísimo más antigua que la de la invasión de España polos moros, que fue siete siglos después de Cristo.

El docto don Xosué le contó que por todo el litoral de la ría de Vigo y de la de Pontevedra había numerosos petroglifos o grabados en piedra con motivos geométricos, espirales, laberintos, armas y animales. Los restos encontrados hacían suponer que estas tierras continuaban muy pobladas durante la Edad de Bronce.

En ese tiempo, barcos fenicios y griegos se aventuraban a cruzar las Columnas de Hércules y salir al oceano a intercambiar con los indígenas de aquellas remotas tierras el kassiteros, un mineral que daba óxido de estaño, el cual, aleado con el cobre abundante en Chipre, producía la dureza del bronce, una renovadora tecnología que fabricaba sólidas armas e instrumentos de trabajo, mobiliario y construcción.

-Los navegantes mediterráneos -explicaba el señor Quinteiro-, habían dado el nombre de Oestrymnios a los que les cambiaban por aquí el estaño por sus propios productos. No hay registro ninguno de cómo ellos se llamaban a sí mismos.-

-¿Qué es lo que significa Oestrymnios?- Preguntó Gaspare.

-Oestrymnios puede ser una palabra de griego arcaico que viene a indicar "los que viven en el extremo occidente", en el fin del mundo entonces conocido. Sin embargo, ellos conocian tierras todavía más lejanas, y traían estaño de la penísula británica de Cornualles, arriesgándose con sus barcos de cuero por aquellos mares del norte tempestuosos, para seguir vendiéndoselo a los fenicios y griegos, cuando se encarecía su extracción en Galicia.-

-¿Llegaban hasta Inglaterra en barcos de cuero? Caramba con los antiguos gallegos!-

-Y hasta Irlanda, cuyas leyendas hablan que sus antepasados, los gaélicos, habían conquistado la isla a los indígenas anteriores, procediendo del noroeste de la Península Ibérica... mas, realmente, amigo Gaspar, todavía no se pode hablar de antiguos gallegos, ni de ingleses o irlandeses. Todos esos gentilicios son más modernos. No tenemos idea de cómo se llamarían aquellas gentes, hubo muchas invasiones de otros pueblos en el pasado.-

-Mire este precioso libro en latín, "Ora Maritima" -mostró don Xosué-: es de un poeta romano de cuatrocientos años antes de Cristo, Rufus Avienus Festus, que nunca llegó por aquí, pero que describió en versos las costas del mar que registraron los antiguos navegantes griegos en los documentos que él consultó. Un capitán de un periplo griego dejó escrito que los oestrymnios tuvieron que huir un día de su tierra por causa de una invasión de serpientes.-

-¿De serpientes?- Se asombró Masetti.

-La palabra del griego es "Saefes"- señaló el bibliotecario en el libro.- Se supone que designaría el tótem de una tribu invasora, tal vez una tribu de celtas, porque los romanos llamaban ligures a todos los antiguos habitantes de su occidente, y registraron que los ligures habían sido desplazados o sometidos por invasores celtas procedentes, seguramente, del norte del Cáucaso. Sin embargo, es poco lo que sabemos hoy por hoy de los celtas por aquí... Gal puede ser algo así como una Gaia céltica que dio nombre a las tierras de la Galia, Gales, Portu-gal, y, más tarde, a la Galitzia de los Cárpatos, en la Ucrania occidental, y a los gálatas del centro de la Anatolia, en la actual Turquía.

-...Y a la Galicia de aquí también, dá para suponer.- Añadió Gaspare.

-Galicia viene de "Gallaecia", que es el nombre que los primeros conquistadores romanos dieron a la tierra de los galaicos, que vivían al norte del actual Porto, el puerto de los gal, y por aquí mismo.-

-Entonces ya toca que usted me hable de los romanos.- Sugirió el italiano.

-Ya va tocando, ya- respondió él, con una sonrisa-. Vamos a pedir algo para tomar y después le cuento, si quiere.


CONTINÚA MAÑANA.

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