sábado, 26 de junho de 2021

7 - ROMANOS EN GALLAECIA

 La biblioteca Marcó era enorme, el señor Quinteiro había explicado que iban a parar allí todos los libros en cualquier idioma que los corsarios vigueses encontraban en sus presas, y que Buenaventura recompensaba a cualquiera que entregara un texto em buen estado capturado al enemigo.

Sólo mucho tiempo más tarde, cuando ya don Xosué tenía gran confianza en él, vino Masetti a saber que la sección más importante de la biblioteca era secreta y que en sus salas sólo entraban los bibliotecarios y su patrón. En ella se traducían y se investigaban cuidadosamente todos los libros de bitácora, mapas, manuales técnicos y documentos procedentes de los capitanes y oficiales británicos. La mayoría de aquellas preciosas informaciones servían para mejorar la eficacia de los negocios o de las estrategias marítimas del propio Marcó, aunque siempre se enviaban copias al rey de cuanto se consideraba de interés para la defensa y gobernanza del reino.

Mas en aquella precisa tarde-noche, Masetti sólo estaba escuchando la historia de la Gallaecia.

-Hablamos de la llamada Edad del Hierro -siguió explicando don Xosué.- 218 años antes de Cristo, Aníbal Barca había salido de la península Ibérica con sus cartagineses y muchos mercenarios, la mayoría iberos. Usted ya sabe que cruzaron los Alpes e invadieron Italia ganando batallas cruciales. Roma, ejemplarmente firme en aquel momento angustioso, envió a Cneo Escipión a lo que hoy es Cataluña, para impedir que le enviaran suministros y refuerrzos. Vencido Aníbal en Zama por el gran Publio Cornelio Escipión, "El Africano", los romanos pasaron largos largos años dividiendo a las tribus íbéricas y conquistando toda la costa mediterránea y el sur de la península.

Después continuaron por el interior, pero encontraron la más feroz resistencia en la Lusitania, lo que hoy es Extremadura y Portugal. La última revuelta, desde 147 años antes de la nuestra era, la del indomable caudillo Viriato, maestro de las guerrillas.

Cuatro años después de ser asesinado por traidores a quien Roma negó el pago, el cónsul Décimo Junio Bruto, del partido aristocrático, fue enviado a perseguir al resto de los rebeldes por el país de los Galaicos. Según subían a las tierras del extremo occidente, los legionarios estaban más temerosos de entrar en el mítico Reino de los Muertos del fin del mundo, y no poder regresar jamás.

Tomaron el río Lima por el Lenteo, el río del olvido, que llega al Hades y a la Laguna Estigia. El general tuvo que cruzar el río a caballo y llamar desde la otra orilla a sus oficiales por sus nombres, para que todos vieran que no había perdido la memoria. Así ganó el título de "El Galaico".

Contaron los cronistas que los legionarios caían en fervor religioso viendo el sol ser tragado por el océano al fin del mundo, en Finisterre. En el mismo año fue destruida por otro Escipión, Publio Cornelio Emiliano, adoptado por un hijo de "El Africano", la resistente ciudad de Numancia, cerca de lo que hoy es Soria, último bastión de los celtíberos, que prefirieron suicidarse todos, antes que rendirse y ser esclavizados.

Después siguieron otras expediciones militares para consolidar la conquista, las de Craso, Marco Perpenna Ventón, que fueron más lobos que águilas, y la del mismo Julio César, águila total.

-Julio César estuvo aquí?- Preguntó Gaspare- Qué es lo que se sabe de eso?-

-La verdad, Gaspar, es que no está muy bien documentada la estancia del propretor César en la Hispania Ulterior, en el curso de la cual luchó contra los indígenas del norte de la Lusitania y de la tierra de los galaicos. Sabemos que estaba ávido de botín, porque había contraído una deuda enorme con el rico y corrupto Craso, a causa de sus primeros populismos políticos en Roma. Una buena campaña militar daba la mejor posibilidad de sanear su economía. El historiador Plutarco dice que, en pocos días, logró reunir en el sur de Hispania diez cohortes y las añadió a las veinte que se encontraban allí; y que, marchando contra los lusitanos y galaicos, los derrotó y avanzó por el litoral del océano, sometiendo a los pueblos que aún no prestaban obediencia y tributo a los romanos.

En Vigo corre una leyenda que yo pienso que no es más que una leyenda. Cuenta que César, con sus legiones, llegó a Erizana, la actual Baiona, en la entrada de la ría, persiguiendo a la tribu galaica de los herminios de la que hoy llamamos Serra da Estrela, que se refugiaron en las islas Cíes. En una de las islas se decía que existía un espacio sagrado frecuentado por los druidas, que querían llegar a los últimos grados de iniciación, a fin de pasar a las islas etéreas de los Bienaventurados desde ese Finisterre del sur, mudando de dimensión.

Los indígenas se consideraban protegidos por sus dioses en este refugio, tal vez por Hermes, el guía que llevaba las almas al ultramundo, y tal vez por causa de eso se llamaban herminios, quién sabe. Asi que, cuando César intentó desembarcar en la isla del Sur, llamada Lancia, los defensores le arrojaron tal lluvia pesada de flechas y piedras, que tuvo que retirarse a la playa de Rodas, en la isla de Faro.

Entonces decidió bloquear a los herminios con una flota que llegó de Gades, al mando de su amigo gaditano, Lucio Cornelio Balbo, y rendirlos por asedio y hambre, ya que ningún suministro podía ya acercarse a las Cíes. Al cabo, se dice que lo consiguió, haciendo mudar de dimensión a los tales de druidas, como ellos deseaban. Se cuenta que también conquistó el gran castro de Vigo y que incluso llegó al golfo Ártabro, donde se encontraba  el castro de Brigantia, fundado en el pasado por Hércules o por el rey Breogán, tal vez entre lo que hoy es la ciudad de La Coruña y la de Betanzos. Fin de la historia.

Leyendas, pienso yo, amigo Gaspar, siempre hay un poeta que inventa una donde no existe, si es un lugar sugerente. "Yo no creo, pero haber, haylas". Y simples leyendas pueden prestigiar a una comarca y atraer visitantes a ella algún día, que dejen buena ganancia a los comerciantes y los hospederos.

Lo que sí está documentado, hablando de ganancias, es que César obtuvo un botín considerable de los grandes yacimientos de oro de los galaicos. Con él, volvió a Roma en el año 60 antes de Cristo, pagó sus deudas y otra buena campaña populista, con lo que consiguió acceder al triunvirato junto con Pompeyo y Craso... y siguió ganando fama, países, botín, poder y más poder, hasta imponerse como dictador perpetuo y ser asesinado por los senadores conjurados en los idus de marzo... uno de los cuáles era el hijo de una amante suya, Bruto, Marco Junio, republicano radical, nieto de aquel Décimo Junio Bruto, El Galaico.

23 años antes de Cristo, el hijo adoptivo de Julio César, Cayo Octavio Augusto, el primer emperador, culminó la conquista de los últimos nativos libres del norte de Hispania, los cántabros y astures.-

-Cuánto tiempo le llevó a Roma conquistar Hispania?- Preguntó el italiano.

-Desde el 218 hasta el 19 antes de Cristo. -Respondió el gallego.- Doscientos años.-

-Sólo diez años necesitó Julio César para someter la Galia para siempre jamás.- Observó Masetti.-

-No se debe comparar- respondió don Xosué levantando un poco a mano.- Roma no era tan fuerte en el año 218, cuando se enfrentó en la Península Ibérica con la muy respetable potencia cartaginesa y sus aliados nativos, como 140 años después; ni contaba con un general y político como Julio César hasta el año 63, e Hispania era bien más montañosa que la Galia.

En cualquier caso, el primer siglo de nuestra era -continuó-, fue la época en que sus antepasados remotos, amigo Gaspar, los romanos, impusieron a la Península Ibérica su dominación general, aunque los vascos siguieron dando guerra a muchos césares en sus montañas. De aquel tiempo quedaron en Vigo restos de muchos castros o poblados fortificados, por eso los estudiosos la llaman cultura castreña. Sin duda en aquel período, ésto, que hoy es sólo una villa, tuvo una de las mayores densidades de población de toda Galicia.

El mayor de estos poblados debía estar situado en la falda del monte del Castro que mira a las Cíes, al pie occidental del actual castillo más alto, que era donde estaba su citanía o cumbre defensiva. Sus habitantes vivían de la agricultura, y complementaban esa arte con las de la caza, la pesca y el marisqueo. Eran una población hábil en la forja del hierro y el tallado de la piedra.-

-Los romanos influyeron mucho, don Xosué?- Preguntó Masetti.

-Desde luego -respondió él-. En Vigo, el proceso de romanización fue bien intenso. Por toda parte donde se levanta una nueva casa se hallan, aun hoy, restos de ruinas romanas en los cimientos. Debió haber una importante actividad portuaria y comercial en nuestro litoral desde dos siglos antes de nuestra era, al mismo tiempo que un progresivo proceso de latinización, que se consolidó durante el primer siglo de ella, una vez conquistado el territorio peninsular y establecido el orden y la paz romana.

-No guardan rencor los españoles a los romanos por aquella conquista, don Xosué?- Quiso saber el italiano.

-Rencor?- Respondió el gallego- pasaron casi veinte largos siglos desde entonces, amigo Gaspar, nosotros ya ni somos los descendientes de los antiguos nativos celtibéricos ni de los romanos, somos una mezcla de todas esas sangres y de otros que llegaron aquí más tarde, bien mestizos. Esta lengua que estamos hablando es hija de la que nos enseñaron los romanos, y lo mejor de nuestra civilización, a ellos se lo debemos. Nuestros antepasados nativos les plantaron una férrea resistencia durante dos siglos, sin embargo, no fueron capaces de unirse, defecto hispano, y Roma era mucha Roma.

- Y usted no se identifica más con sus antepasados indígenas que con los conquistadores romanos?-

-Sería de bastardos identificarnos sólo con nuestra abuela nativa -respondió él-, y no con nuestro abuelo romano, que también nos trajo el cristianismo después. Realmente, todo español ilustrado se siente orgulloso de descender del genio organizador, de las virtudes marciales y del cristianismo tardío de Roma. Con toda su crueldad, su avidez de oro y su sentido del derecho, su imperio de águilas fue el recordado y admirado modelo sobre el que edificamos más tarde el nuestro.

Toda nación importante acaba construyendo un imperio, aunque no lo llame con ese nombre. Un imperio, ya simplemente depredador o generador de civilización y nuevas naciones importantes, si consiguen mantener todo lo posible su unidad.-

-Estuvieron mucho tiempo los romanos aquí?-

-Roma imperó cerca de seiscientos años, de los que quedaron vestigios por todo el litoral de esta ría. El Vicus Espacorum, o poblado de los Espacos romanizados, debía ser mayor que el Vigo actual. Hacia trescientos años después de Cristo o más, su centro sería en el Arenal, este que ahora es el barrio de los catalanes. Ya hubo en él, igual que hoy, fábricas de salazones.-

Masetti sabía muy bien, por lo sucedido en su patria, que ningún imperio perdura cuando las esforzadas generaciones de guerreros que lo construyeron son sucedidas por políticos corruptos y populistas, que envilecen a dos o tres generaciones de jóvenes hedonistas sin amor a la patria, que se adaptan a seguir sobreviviendo con el mínimo de esfuerzo, pan y circo asegurados, familia corrompida y confusión sexual. En cuyo caso, los bárbaros más guerreros invaden y dominan, y eso fue lo que ocurrió con Roma, con su provincia de Hispania y con la Gallaecia, según le contó don Xosué.

-Sí, el imperio romano llegó a un nivel de civilización tan alto, que parecía que sólo podía continuar a mejor y mejor. Pero ni las sociedades más ricas y poderosas logran sostenerse si decae el esfuerzo constructivo, la virilidad guerrera y la dignidad unida de los ciudadanos.

Algo más de cuatrocientos años después de Cristo- remató su historia el bibliotecario-, en plena decadencia de Roma, las incursiones depredadoras de los migrantes germanos y los ataques piratas procedentes del norte de Europa acabaron con la civilización de las ciudades asomadas al mar y obligaron a la población superviviente a desplazarse hacia el interior, buscando mayor seguridad. El comercio se paralizó y el mundo circundante y la cultura se hicieron cada vez más rurales, más pacatos y más limitados. Nadie era nada si no tenía un señor de la guerra como protector, al mismo tiempo que como amo. Vamos a dormir, Gaspar?- dijo, haciendo ademan de levantarse.-

-Supongo que seguirá la Edad Media, don Xosué, espero que otra vez me la contará, si es tan amable... Caramba, que tarde es! Muchas gracias por la velada. Mañana tenemos que trabajar temprano.-


CONTINÚA MAÑANA

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